¿Es aún posible lograr la Sostenibilidad?
El título de este boletín no formula una pregunta retórica: la hemos tomado del anuario del Worldwatch Institute La situación del Mundo 2013. ¿Es aún posible lograr la Sostenibilidad? (Barcelona: Icaria Editorial) y expresa la seria preocupación de la comunidad científica y movimientos ciudadanos acerca de la creciente gravedad del conjunto de problemas interconectados que amenazan –sin exageración alguna- la supervivencia de la especie humana: desde el agotamiento de todo tipo de recursos esenciales, a la producción de residuos contaminantes a un ritmo superior a la capacidad del planeta para digerirlos, pasando por el desarreglo climático, la destrucción de la diversidad biológica y cultural, o el crecimiento de la población mundial por encima de la capacidad de carga del planeta, que se acompaña de desequilibrios insostenibles entre una quinta parte de la humanidad abocada al consumismo y miles de millones de personas que sufren hambre y condiciones de vida insoportables.
En los 30 volúmenes que el Worldwatch Institute ha publicado desde 1984, se ha venido analizando la evolución de la situación del mundo, sus causas, y las medidas necesarias para revertir un proceso de degradación rigurosamente documentado, que ha sobrepasado ya varios límites ecológicos del planeta. Los resultados convergentes de estos estudios y de muchos otros, promovidos por Naciones Unidas, universidades, ONGs, etc. –recogidos en los Temas de Acción Clave accesibles en esta misma web- coinciden en señalar que la situación es realmente grave, pero que aún estamos a tiempo de evitar el colapso, si se empieza a actuar con decisión y urgencia. Se fundamenta así la necesidad de un amplio conjunto de medidas tecnocientíficas, legislativas y educativas, orientadas a hacer posible la superación del actual sistema socioeconómico –basado en un crecimiento depredador y competitivo al servicio de intereses particulares- para dar paso a la transición a la Sostenibilidad, entendida como un profundo replanteamiento de las relaciones de los grupos humanos entre sí y con el medio ambiente, apostando por la cooperación y la defensa del interés general.
Nos encontramos así, por una parte, con una creciente gravedad de problemas que amenazan con una degradación irreversible de las condiciones de vida en el planeta y, por otra, con un número también creciente de estudios y propuestas, algunas puestas en marcha ya, para hacer frente a dichos problemas. Pero en esta contraposición, hoy por hoy es la degradación la que está ganando la partida. Por ello se empieza a cuestionar el excesivo optimismo que algunos ven en la frase “aún estamos a tiempo de evitar el colapso…”. Parece que se olvida sistemáticamente su continuación (“…si se empieza a actuar con decisión y urgencia”) y se posponen, una y otra vez, muchas de las medidas necesarias porque “aún hay tiempo”. Por esa razón, Paula Green se pregunta en el capítulo 33 del anuario del Worldwatch 2013: “¿Por qué no han generado los incendios, las inundaciones, los huracanes, las sequías, las temperaturas extremas, las extinciones de especies, las toxinas, los cánceres y otras evidencias de un medio ambiente desequilibrado, unas respuestas de la misma magnitud que estos mismos problemas? ¿Qué será necesario hacer para superar el aturdimiento colectivo de la negación, la pasividad, la ignorancia y el terror no expresado que parece subyacer a la negativa (…) a enfrentarse a la realidad de un cambio catastrófico?”. Y nos recuerda la expresión entumecimiento psíquico, acuñada para describir “cómo las personas y las sociedades bloquean sus conciencias o minimizan los peligros de cuestiones cuya comprensión les resulta demasiado dolorosa”.
En diferentes boletines hemos insistido en que resultaría erróneo y extremadamente peligroso, sin embargo, dejarse arrastrar por sentimientos de fracaso, de frustración, pensando en un “inevitable” avance hacia el colapso. Porque no debemos ignorar que, como hemos señalado, junto a la creciente gravedad de los problemas, nos encontramos con un número también creciente de propuestas fundamentadas para hacerles frente en los diferentes ámbitos, que están sirviendo de impulso para la acción, para la participación ciudadana. Pero es imprescindible una implicación generalizada de la ciudadanía que aún no se está dando. Ha de seguir creciendo la exigencia y puesta en marcha de medidas urgentes y efectivas, basadas en la solidaridad y la cooperación, para una transición a la Sostenibilidad. La batalla no está, pues, perdida. Ni tampoco, obviamente, ganada. Pero sí disponemos del conocimiento fundamentado acerca del camino que debemos tomar y cómo superar los obstáculos.
No podemos seguir aproximándonos a la extinción, apostando por el beneficio a corto plazo y la competitividad, como si no pasara nada. No podemos, por ejemplo, seguir buscando, extrayendo y utilizando masivamente recursos energéticos fósiles con olvido suicida del cambio climático, cuyas consecuencias ya hemos empezado a sufrir; ni favorecer un crecimiento urbano desordenado e incontrolado que provoca la destrucción de fértiles terrenos agrícolas y cuartea todo el territorio mediante la “inevitable” red de autopistas; ni continuar las masivas deforestaciones, haciendo inviable la supervivencia de muchos animales y contribuyendo a la degradación de los ecosistemas...
No podemos, en definitiva, aceptar que la mayor parte de la ciudadanía siga inhibiéndose ante la pasividad de los Gobiernos y la codicia insensata de los poderes económicos. Hemos entrado, como explica David Orr en el capítulo 26 del mismo anuario, en una emergencia de larga duración para la que no existen soluciones fáciles: no hay “diez maneras sencillas de salvar el planeta”, ni nada por el estilo, como prometen algunos títulos de libros bienintencionados, pero equivocados en su diagnóstico excesivamente optimista, o la publicidad engañosa de ciertas empresas que tratan de enverdecer así su imagen.
“Los retos que habremos de superar en la larga emergencia que nos aguarda –concluye Orr- serán ante todo políticos” y exigirán la más amplia participación ciudadana para forzar los cambios necesarios. Hemos de contribuir a hacer posible lo que es necesario y contestar afirmativamente a la pregunta que da título de este boletín: Sí es posible la transición a la Sostenibilidad. Por ello, la labor primordial hoy de los educadores –de todos los educadores y educadoras, sea cual sea su área y nivel educativo- es vincular la enseñanza de su campo específico con la promoción permanente de un activismo ciudadano fundamentado para el logro de la transición a la Sostenibilidad. Esa es nuestra grave e inexcusable responsabilidad… y nuestro reto más urgente y apasionante.
Fuente: Educadores por la sostenibilidad
Boletín Nº 93 16 de febrero de 2014
http://www.oei.es/decada/boletin093.php
Boletín Nº 93 16 de febrero de 2014
http://www.oei.es/decada/boletin093.php