MUY IMPORTANTE PARA GRADUANDOS Y PARA CIUDADANOS.

Discurso de Frank Pearl en la Universidad de Los Andes *



Discurso pronunciado por el economiista Frank Pearl en reciente sesión solemne de graduación en la Universidad de Los Andes (Bogotá).

“Buenos días para todos,

Señor rector, quiero decirle que durante años soñé con hablar en una ceremonia de graduación de mi universidad y por eso esta invitación me honra y me da mucha alegría.
Graduandos: Hoy, ustedes están dando el paso a su vida laboral, a su independencia y a la posibilidad de ejercer su ciudadanía de una manera mas completa, en un momento en la historia de Colombia en que reflexionamos y tomamos conciencia sobre nuestro pasado y nuestro futuro, sobre el significado de la paz, la equidad y lo que realmente significa vivir en sociedad.
Como hubiera querido yo, este contexto de país cuando me gradué de esta misma universidad.
Con seguridad, todos ustedes en los últimos meses y tal vez hasta hoy mismo, se han hecho una pregunta: ¿A qué voy a dedicarme?
Esa es una pregunta, como muchas, que es válida y necesaria, durante toda nuestra vida.
Me gradué tres veces de esta universidad y en cada oportunidad, cuando estaba como ustedes están hoy, a punto de recibir mi grado, orgulloso y contento, también me hice esa pregunta, aunque de una manera que hoy considero muy estrecha. Yo me pregunté: “¿En qué quiero trabajar?” “¿En qué voy a trabajar?”. Hoy, me doy cuenta de que en ese momento habría sido útil hacer una distinción entre el ser, el hacer y el tener.
Y si yo hubiera distinguido eso, tal vez la pregunta que habría respondido es: ¿Cómo voy a usar mis talentos? ¿Con qué propósito? Esa respuesta, en ese momento, habría sido una guía muy útil para emprender mi camino, el mismo camino que hoy ustedes comienzan.
Para saber cómo debemos usar nuestros talentos y con qué propósito, hay que ir mas atrás, debemos respondernos: ¿Quién soy?
Reflexionar acerca de quiénes somos nos lleva a confirmar que, como se ha dicho, somos seres únicos e irrepetibles, viviendo en un contexto también único e irrepetible, que nuestro propósito está íntimamente ligado a nuestra identidad como seres humanos y que la identidad, el propósito y el significado de lo que hacemos son manifestaciones complementarias de lo fundamental: nuestra esencia.
Como se escribió en el pronaos del templo de Apolo en Delfos, los invito a conocerse a sí mismos, a conocerse profundamente, a no esquivar el espejo. No hay que mirar a otro lado ni mucho menos fuera de nosotros. Conocernos a nosotros mismos es la tarea más compleja, más fascinante y más útil que podemos hacer a lo largo de nuestra vida.
Empeñarnos en conocernos a nosotros mismos nos permite definir nuestro propósito.
Yo les pregunto: ¿Cuántos de ustedes hoy, tienen claro cuál es su propósito en la vida? Han reflexionado sobre él ¿Lo tienen escrito ¿Lo revisan y lo actualizan? ¿Se guían por él?
Tener un propósito definido nos da un norte claro para actuar en cualquier circunstancia. En ausencia de propósito, somos como un barco navegando en medio del mar, sin brújula. Podemos acabar en cualquier parte o en cualquier puerto.
Un propósito claro nos ayuda a darle integridad a lo que somos, pensamos, decimos y hacemos. Y le da sentido a nuestro trabajo.
Con un propósito definido, el mundo es más amplio y a la vez, más sencillo. La claridad de propósito pone en su lugar al ser, al hacer y al tener. Y le da significado a las tareas que emprendemos.
Un propósito definido les permitirá a ustedes escoger el momento de dedicar su talento a ejercer el liderazgo para servir.
En Colombia, necesitamos hoy y en lo que viene, el liderazgo del servicio, el liderazgo moral que es, como lo define el profesor Marshall Ganz, facilitar que otros cumplan su propósito en condiciones de incertidumbre.
A pesar de los avances, incertidumbre, en general, es lo que tenemos hoy en nuestro país. Incertidumbre sobre el balance entre convivencia y conflictividad; incertidumbre sobre el uso apropiado de nuestros ecosistemas; desconfianza hacia los políticos, la política y las instituciones; miedo a no superar la inequidad, la pobreza y el atraso; incertidumbre sobre nuestra capacidad de aprender las lecciones del pasado para no repetir los errores.
Hay hoy, una gran incertidumbre sobre si seremos capaces de dar el paso para entrar, realmente al siglo XXI y modernizar nuestro país.
¿Cómo daremos ese paso? ¿Qué camino escogeremos ? Aún no lo sabemos.
Cualquiera sea el camino, habrá un momento en el que no vamos a tener una opción distinta a la de hacer como sociedad, lo mismo que debemos hacer individualmente: mirarnos al espejo. En ese momento, en ese proceso, aceptaremos que hay problemas muy profundos que no hemos resuelto.
Afortunadamente, ustedes, son una generación más consciente, más equilibrada, más generosa y más inteligente que las anteriores.
Y como lo dijo el rector Pablo Navas, a ustedes, les corresponde escribir el desenlace de esta historia.
Y por eso, ustedes, van a tener la oportunidad de contribuir a resolver esos aspectos de nuestra sociedad que no hemos querido reconocer suficientemente de manera colectiva, cuando nos vemos en el espejo.
No somos una sociedad equitativa, necesitamos equidad. Y equidad no significa que todos tengamos lo mismo, no. Significa que todos partamos de una base parecida, para que con base en nuestro esfuerzo y en nuestros méritos, podamos progresar.
Somos una sociedad en la que la mayoría de nuestros conciudadanos viven en la informalidad. Y la informalidad es una de las trampas de la pobreza. Quienes trabajan en ella, no pueden multiplicar el capital, y aún trabajando muy duro toda su vida, siempre serán pobres.
En Colombia, la informalidad colinda con la ilegalidad y la ilegalidad es la vecina de la criminalidad. La tarea que tenemos que hacer es formalizar y modernizar la economía, ser un país contemporáneo.

Los colombianos no tenemos un sistema de justicia en el cual confiar. El sistema de justicia cumple la función de fijar el conjunto de normas sociales y establecer consecuencias al comportamiento individual.
Una sociedad en la cual no se premia ni se castiga efectivamente el cumplir o el apartarse de esa normas, el actuar bien o mal, carece de incentivos para que los ciudadanos puedan ejercer sus derechos y cumplir sus deberes.
Esos incentivos, se van convirtiendo a lo largo del tiempo en valores, conductas y normas sociales que superan las reglas escritas y constituyen nuestra cultura colectiva.
Nuestro reto no es solo hacer efectivo el cumplimiento de las normas, es mas profundo y va mas allá: es lograr que cada colombiano interiorice y haga propios, los valores que implican ejercer la ciudadanía, comprender que hacemos parte de algo mas grande que nosotros y que nos debemos a eso.
Los países, como las personas, tienen atributos, ventajas competitivas.
Colombia, claramente, tiene dos: nuestros recursos naturales y la ubicación geográfica.
Sin embargo, estamos destruyendo los ecosistemas, agotando las cuencas, usando mal las tierras, desperdiciando el agua, destruyendo los bosques que nos quedan. No compensamos adecuadamente el uso que hacemos de los recursos y como si eso fuera poco, el costo ambiental anual del conflicto en Colombia supera los 2,5 billones de pesos.
Los países son el resultado del conocimiento y la capacidad colectiva aplicados a su territorio: ustedes tienen la oportunidad de contribuir con conocimiento y capacidad para que tengamos sistemas de producción y de consumo sostenible y responsable con ustedes y con las generaciones que vienen.
Pocos colombianos hoy, creen en lo público, en la política y en las instituciones que representan los tres poderes públicos. Y con razón.
Las prácticas políticas, las normas que rigen el ejercicio de la actividad pública, las reglas de juego para elegirse y mantenerse en el poder, son perversas y llevan a que, con muy valiosas excepciones, en general los partidos políticos y los políticos trabajen lejos de los intereses de los ciudadanos, olvidándose del bien común y principalmente buscando reelegirse directamente o por interpuesta persona, para mantenerse ejerciendo el poder sin verdadera vocación de servicio.
La corrupción tiene el sistema roto por dentro y desde afuera. Eso nos ha llevado a una crisis de legitimidad de lo político y de lo público.
La tarea es rescatar lo público, apropiarse de lo público a través del ejercicio pleno de nuestra ciudadanía, desde donde estemos, distinguiendo la vocación de poder de la verdadera vocación de servir y poniendo nuestros talentos al servicio de los demás.
Así, podremos transformar lo público y alcanzar legitimidad, transparencia y efectividad en lo político. Necesitamos un sector público moderno, responsable y meritocrático.
Y finalmente, tenemos que humanizar las relaciones entre nosotros, dejar ver a las los demás con un enfoque utilitarista dentro de un sistema en el cual unos ganan y otros pierden y todos queremos ganar. Necesitamos menos competencia salvaje y más solidaridad, compasión, tolerancia, compasión y cooperación entre todos nosotros.
En todo lo que hagan, todos los días, tómense el tiempo de mirar a los demás a los ojos, de oír la música detrás de las palabras de quien habla, de ponerse en sus zapatos, de compartir sus sueños, entender sus miedos y descubrir sus capacidades.

Los invito a que tengan un genuino interés en las personas que están su alrededor y hacen parte de su vida diaria para trabajar juntos, entendiendo que la esperanza es mas fuerte que el miedo, que la compasión es mas fuerte que la rabia y que el compromiso supera cualquier indiferencia.
No le den la espalda a lo público. Participen, como decía John F. Kennedy, “no solamente alzando su voz de descontento, sino generando alternativas; no solamente buscando influencia, sino, asumiendo responsabilidad.”
Graduandos, ustedes tienen enormes oportunidades y retos por delante.
Para estar a la altura de ello y contribuir a transformar nuestra sociedad, como escribió el profesor Ronald Heifetz, van a tener que atreverse a actuar en la frontera de sus conocimientos y capacidades.
Eso requiere estar dispuestos a ser aprendices, en privado y en público. Para lograrlo, hay que redefinir la palabra fracaso: El único fracaso en la vida, es no intentar lo que queremos de verdad; el resto son aprendizajes, que nos hacen mas sabios, mas fuertes, mas humildes, mas humanos y mas capaces.
Y como la vida no es tan fácil y no todo el mundo es bien intencionado, tengan esto presente: Confíen siempre en ustedes mismos y nunca teman ejercer y defender sus derechos en cualquier situación que requiera de su fortaleza y de su valentía.
Todos estamos parados sobre los hombros de otros. Ustedes están hoy aquí, gracias a sus méritos, pero sin duda, gracias a los esfuerzos de sus padres, de sus familias, de sus abuelos, del apoyo de sus amigos.
Eso implica que todos tenemos lealtades que honrar y expectativas que satisfacer. No se equivoquen, hoy en este salón y en todas sus familias, hay enormes expectativas acerca de lo que ustedes van a ser y a hacer.
Es importante que ustedes sean capaces de llevar un proceso de introspección y reflexión permanente para saber siempre quienes son y que quieren.
Y si llega el momento en el que las expectativas de quienes hicieron posible que ustedes llegaran hasta aquí, de quienes los han querido y apoyado durante toda su vida, no concuerdan con las suyas, será ese el momento de tener conversaciones amorosas, difíciles y sinceras en las que ustedes digan: te voy a defraudar, en lo que voy a ser, en lo que voy a hacer, voy a ser leal a mí mismo, agradeciéndote lo que has hecho por mí y honrando nuestro pasado.
Yo tuve en un momento de mi vida que hacer eso, tuve que explicarle a una persona de mi familia a quien adoro y a quien le debo mucho y quien tiene una enorme aversión y desconfianza a lo público, que la iba a defraudar porque me debo a mi propósito.
Hagan lo que les dicte su corazón, encuentren lo que les apasiona, persíganlo, no lo suelten, tomen riesgos, atrévanse a fallar, enamórense del significado de lo que hacen. Si es necesario, defrauden amorosamente a los demás pero nunca, nunca, se defrauden a ustedes mismos.
¡Este es su momento!
A partir de hoy, es su momento de participar, de ejercer un liderazgo moral para dejar un legado.
Compañeros uniandinos, los felicito por su grado y por las oportunidades que van a crear para ustedes y para otros que probablemente las necesitan mas que ustedes.
Yo los invito a que tengan visión, para pensar en grande y a largo plazo.
Los invito a que tengan carácter para fijar el rumbo.
A que tengan disciplina para ejecutar con método.
A que tengan compasión, para entender a otros, sin que eso implique justificarlos.
Y a que tengan grandeza y generosidad para que sean otros, inclusive los colombianos que están por nacer, quienes se beneficien del fruto de su trabajo.
Voy a decirles ahora algo que le escribí hace unos días a mis tres hijas pequeñas, los amores de mi vida y que les repito con frecuencia y cuando las llevo al colegio: Tengan siempre presentes, cuatro cosas: sepan quiénes son; sean buenas personas; den lo mejor y ¡disfruten la vida!
Les deseo lo mejor,
Gracias”

* Fuente: Texto enviado a CGB GRAN BOYACÁ por un graduando de la Universidad de los Andes. Consideramos que este discurso es y será válido para todas las universidades colombianas y para todos los ciudadanos colombianos.

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