No se trata de temas de hipertermia fianciera o de alto turmequé macroeconómico como impuestos (predial, IVA, registro, boletas fiscales, otros similares), ganancias publicitadas de 8.7 billones de pesos/año del sector finaciero colombiano, matrículas e insumos educativos de colegios y universidades, tarifas de los servicios públicos con cargo fijo, ajustes, cuotas de subsidios y otros, tasas de interés de captación ni de colocación, pérdidas en el correo de superficie, robos por Internet, tarjetas de crédito, permanencia obligada en celulares, calidad y cantidad de innumerables artículos de consumo masivo, ni de otras gravosas e insensibles denominaciones "aceptadas" obligadamente por mucho más de la mitad más uno de los ciudadanos "de a pié".
Según la Policía, la SIJIN y el CTI, el pasado nueve (9) de febrero (día del periodista) ocurrieron por lo menos diez (10) visitas inesperadas y nada deseadas a apartamentos en la capital boyacense (Tunja). Las autoridades de competencia acudieron serenamente a iniciar, cada una por su cuenta, los interminables y "debidos procesos". El vecino, al que hago alusión parece ser o es un tal "Bernabé Bernal". Es hombre del común, como de clase media - media con tendencia a la baja por la vulnerabilidad de sus ingresos, pacífico, inofensivo, saludable, demócrata universal pero alérgico a las campañas políticas, estudioso, laborioso y, al parecer, de la rara especie de los honrados; esto quiere decir, en el romance posmoderno, que ese personaje tiene muchos conocidos pero muy pocos amigos. Hablando con ese raro vecino no pude percibir por qué los amigos de lo ajeno seleccionaron, única y precisamente, su modesto apartamento para practicarle ( en su esporádica ausencia) una visita que arrancó, objetivamente, violentando las chapas de la puerta de entrada con la famosa "pata de cabra" según lo dijo el especialista de la SIJIN. Esa entrada inamistosa pasó sospechosamente "desapercibida" por la celaduría del edificio, la aseadora, el personal de mantenimiento y los residentes del edificio y del piso respectivo.
El tal vecino, al regresar a su apartamento residencial y viéndolo como quedó, hizo todas la diligencias del acostumbrado rigor investigativo ·postfacto" que condujeron al interrogatorio casi inacabado (reiniciado separadamente para cada instancia de la justicia); esto mismo debió, repetirse quizás para lo mismo o sea para nada útil, en los demás casos de robo en apartamentos, casas y calles en Tunja, en otras ciudades y en muchos otros días.
Queda, de esta experiencia que se repite y se repite en nuestras ciudades y campos, el sinsabor de la absoluta indefensión ciudadana ante la ola o subcultura de la riesgosa y creciente, y casi siempre lucrativa, "profesión" del robo a residencias. Esta "profesión" de meticulosas observaciones directas e investigaciones preliminares, experiencias crecientes y exitosas, cómplices y cooperantes a sueldo, y estratégico "campaneo" se crea y recrea en las "universidades" del hampa cada día más organizada, la indolencia generalizada y la impunidad, con auge vigoroso en las ciudades y campos de un país "descuadernado" y en vías de extinción, aunque las expectativas generalizadas sueñan, casi en vano, con todo lo contrario.
Si las comunidades no se organizan de manera seria y si no son debidamente lideradas y apoyadas por un Estado diligente para asumir, colectivamente y a fondo, su papel de rigurosidad en prevención, convivencia y solidaridad, el monstruo de la inseguridad ciudadana nos destruirá a todos los "de a pié", sin contemplaciones.
Aún esperamos "el buen gobierno que es el que enseña a los gobernados a gobernarse a sí mismos" (cita del Sorites Chino). Los "buenos" gobiernos y las comunidades organizadas tendrán que hacer algo, en conjunto responsable y urgente, para mitigar u ojalá impedir esa nueva "pandemia" social.
No bastan las leyes, decretos, normas, discursos, promesas, disculpas y controles policiales y vigilancias legales o ilegales.
La enorme inequidad (coeficiente de Gini) y la corrupción (cerca de seis (6) billones de pesos anuales, con las consecuentes miseria y pobreza de cerca de 25 millones de colombianos, son caldo muy fértil de cultivo de ese y de tantos otros problemas incidentes en el deterioro de la calidad de vida de la gente del común que está totalmente desprotegida y es, por tanto, indefensa.
Se cree que la práctica del robo como modus vivendi es adictiva por toda la vida de sus actores y aún de sus descendientes.
Ese problema "es un hueso muy duro de roer".
Hoy el robo le ocurrió al vecino. ¿Mañana a quién y a cuántos?
1 comentario:
Primero se llevaron a los comunistas, pero a mi no me importó porque yo no lo era; enseguida se llevaron a unos obreros, pero a mí no me importó porque yo tampoco lo era, después detuvieron a los sindicalistas, pero a mí no me importó porque yo no soy sindicalista; luego apresaron a unos curas, pero como yo no soy religioso, tampoco me importó; ahora me llevan a mí, pero ya es demasiado tarde. Bertolt Brecht, poeta y dramaturgo alemán (1898-1956)
Seamos solidarios con nuestros semejantes, la vida es cíclica, lo que hoy está arriba, mañana puede estar abajo; así, tal como dice la sabiduría popular: “hoy por ti y mañana por mí”.
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