Nos parece pertinente presentar de nuevo y a
continuación, los comentarios preparados por el CGB
(Centro de Pensamiento GRAN BOYACÁ) y enviados, el 22 de febrero de 2007, al Ministerio de Educación Nacional –MEN- en
respuesta a la pregunta ¿Cómo mejorar la educación en Colombia? Lo
anterior, con la finalidad de refrescar el debate sobre tan importante y actual tema.
¿Qué necesita el país en materia educativa,
según los expertos?
Se necesita, de urgencia, establecer el tipo de
Sociedad que se quiere y efectuar un pacto social (de todos) que comprometa
- sin disuasores, engaños ni equívocos -
todos los esfuerzos públicos y privados hacia el desarrollo económico y
social como un proceso, continuo y eminentemente participativo, para mejorar y
sostener las condiciones de vida dignas para toda la comunidad. Esto implica
que la organización económica y social debe tener como objetivo fundamental
aportar sistemática y permanentemente a ese proceso para crear y sostener el
tipo de Sociedad que queremos.
La formación integral de todos los colombianos para
que aporten, de verdad, al mejoramiento de la calidad de vida general es la
Misión –precisa y única- del sistema educativo cuyas características
fundamentales deben ser la coherencia y
la consistencia tanto internas como externas en cada uno de sus niveles y en todos ellos. Esto implica que, en
el proceso hacia el desarrollo económico
y social, la educación que es un subsistema (formado por componentes
peculiares) debe operar
sincronizadamente dentro del sistema general e internamente, como un conjunto
de componentes o elementos debidamente jerarquizados, funcionales, organizados, en permanente interacción productiva y
con atributos o propiedades
características.
De manera sistemática y con visión prospectiva del
desarrollo general, como compromiso social participativo en todo el proceso, las políticas educativas
como las de los demás sectores dejarán de ser coyunturales y el país podrá
alcanzar metas cualitativas y cuantitativas complementarias y crecientes en los
plazos corto, mediano y largo y siempre coherentes y consistentes con la
búsqueda del bienestar de la sociedad que
queremos construir y vivir. En estas condiciones, el Estado (comunidad y
gobierno) podrá racionalizar la asignación de los recursos de origen social
para que los factores que participan en la oferta de los servicios en el sector
educación puedan ser altamente productivos y el resultado del proceso educativo
sea creciente en calidad.
Hay que recordar que la economía del bienestar
implica la asignación óptima de los factores de la producción y también la
distribución óptima del resultado del uso de los mencionados factores. La
capacitación disfuncional, el desorden institucional y la formación
equivocada e irresponsable de la población, en términos de la conveniencia
social, constituyen uso improductivo de los recursos asignados a la actividad
educativa y conducen, en forma de desempleo masivo, al ocio o
desaprovechamiento productivo de esa fuerza de trabajo capacitada y educada; lo
cual, implica, a su vez, que en unas condiciones de la pobreza generalizada,
como la que hoy se vive, no es óptima la asignación de los factores productivos
– capital, recursos físicos básicos, el tiempo y el conocimiento propio - que
son la riqueza productiva de la misma
sociedad. En resumen, hay que proveer al subsistema educativo de todos los
atributos y condiciones integrales para que haga su aporte, estructural e
insustituible, en la construcción de una sociedad con alta calidad de
vida.
¿Son los
programas técnicos y tecnológicos, la otra alternativa?
Se ha planteado siempre que es tarea obligada y
propia de la educación superior (universitaria) buscar conocimiento nuevo
(investigar científicamente) para entregarlo al bienestar de la sociedad. Sin
embargo, el país ha tenido que sujetarse (en alta proporción y a elevados
costos) a la importación de la tecnología o de la producción final que el
esfuerzo investigativo ha generado en los países desarrollados en condiciones
de competitividad (calidad, oportunidad,
costos, precio, etc.) enormemente incomparables con las que generarían esa
misma producción en los países atrasados.
Es casi imposible que, en las condiciones vigentes,
nuestras universidades generen la cantidad y la calidad del conocimiento
científico y tecnológico que requiere integralmente el País para que el
resultado de su proceso productivo sea globalmente competitivo y pueda lograrse
suficiencia económica – con pleno empleo de los factores de la producción -
como requisito determinante del mejoramiento de las condiciones generales de
vida de los Colombianos.
La economía del país debe crecer siempre a una tasa mucho más alta
que la tasa de crecimiento de la población y debe superar, lo más pronto
posible, el enorme y creciente problema de la pobreza manifiesta que, en ciudades y campos, sufre la población, básicamente, por carencia o insuficiencia de ingresos (sueldos y
salarios, rentas, intereses, utilidades, consumo insuficiente, capacidad de
ahorro familiar, etc.)
Por lo anterior, puede plantearse que los programas
técnicos y tecnológicos no deben ser considerados como la “otra alternativa”
sino como una fase básica, insustituible y muy seria de la capacitación de
todos los colombianos, según sus aptitudes y gustos; los cuales, han de ser
descubiertos, con la mayor precisión, en los niveles educativos del preescolar
y la primaria, para que luego sean direccionados y profundizados
proporcionalmente en la secundaria; y, seguidamente, consolidados y perfeccionados en el nivel de
postsecundaria como técnica y tecnología. Una vez cumplidas satisfactoriamente
las mencionadas fases formativas y productivas socialmente, puedan subir,
varios y ojalá muchos colombianos, al nivel universitario de educación superior
a cumplir la función investigativa para generación de
nuevos conocimientos científicos que aporten, con la más alta productividad, a la solución de tantos
problemas económicos, técnicos, culturales, sociales, ambientales, etc., que
hoy vive el país.
Prolongar el actual modelo de formación, en
condiciones de “libertinaje” (disfrazado de autonomía) seguirá llevando al
empobrecimiento económico y moral de miles de colombianos profesionalizados
(titulados) que no encuentran la coherencia de su preparación científica
(universitaria) con respecto a las casi nulas posibilidades del ejercicio
profesional en el país.
¿Las carreras tradicionales siguen funcionando?
Los programas tradicionales como
medicina, derecho, ingeniería civil, odontología, economía, administración de
empresas y algunas otras siguen haciendo parte de la oferta universitaria en
competencia, restringida casi exclusivamente por la capacidad instalada de las
instituciones y por las posibilidades de obtener o generar los recursos para
sufragar los costos de funcionamiento. Esta oferta no es consistente con la
exigencia superior y exclusiva de generación de conocimiento científico que la
sociedad hace a la universidad; en esto existe un déficit impresionante.
La demanda por estudiar esos programas
sigue siendo muy alta y no es coherente con la conveniencia nacional ni con la
oferta del trabajo profesional. Eso ha conducido a condiciones de desempleo y
subempleo, con prácticas de emigración de profesionales, competencia desleal,
disminución de salarios, frustración de apreciables masas de profesionales y de
sus familias, y pérdida de productividad nacional tanto en la fase de
preparación científica como en el uso de los recursos tiempo e inteligencia (o conocimiento científico) personalizada en la
calidad de la fuerza de trabajo profesional. Es decir que en términos de la
conveniencia para el país esos programas tienen que seguir ofreciéndose pero en
condiciones de mayor calidad y en
cantidades (cobertura) reguladas conforme a la misión superior de la
universidad, a las necesidades regionales y locales, y a
proyecciones muy serias en lo científico, tecnológico, económico, social,
cultural, ambiental, etc.
¿Qué solicitan los empresarios en las redes de
apoyo laboral de las universidades?
Los empresarios quisieran que las universidades
puedan brindarles conocimiento científico y apoyos eficientes y efectivos para
mejorar las condiciones de competitividad de los bienes y/o servicios que
producen. Al país le conviene que haya interrelaciones entre las comunidades
universitarias (científicas) y las empresas de cada actividad de la economía y
de la sociedad.
Dada la
función investigadora científica de la Universidad, los empresarios solicitan
que las universidades produzcan
conocimiento nuevo, que éste se contraste con sus procesos y productos y que
lideren los procesos de las adopciones tecnológicas y científicas apropiadas,
actualizaciones, transformaciones, transferencias e innovaciones sustanciales
para optimizar la asignación de los factores de la producción con el fin de
lograr altos niveles de productividad económica y social. No satisfacer esta
aspiración empresarial, distancia cada vez más a la universidad de las empresas
como unidades productoras de bienes y/o servicios y, se configura la inadecuada
asignación y baja productividad de los factores de la producción aplicados por
el Estado al servicio público de la educación.
¿Cuáles
serían los perfiles de las llamadas carreras del futuro?
Las carreras del futuro pueden tener los mismos
nombres de las que hoy se ofrecen. Sin embargo, la preparación de la
inteligencia nacional en las universidades debe constituir la estrategia más
importante para el desarrollo integral de todos los colombianos. La universidad
(suma funcional de disciplinas científicas) como “fábrica” de conocimiento
científico y de lectura e interpretación rigurosa de la realidad nacional,
regional y local ha de jugar el rol más altamente calificado de liderazgo en la
construcción de la Sociedad deseada, con la más amplia y estructural
participación democrática.
Cada disciplina universitaria habrá de ser la
generadora y portadora infatigable de conocimiento científico específico; es
ésta la esencia pura de la universidad; es por esto, que los colombianos no
podemos seguir estudiando solo con el fin de obtener títulos profesionales
porque así, el país, ha incurrido en muy altos y desproporcionados costos
sociales. La formación científica en cada disciplina del conocimiento deberá ser asumida con criterios
estructurales y rigurosos de selección y eficiencia tales que aseguren las
respuestas inaplazables y cualitativas a las verdaderas necesidades de
conocimiento científico propio, para crear y sostener la Sociedad deseada que
ha de contar, indudablemente, con niveles dignos de calidad de vida, para
todos. La universidad debe ser escenario privilegiado de la inteligencia para
que desarrolle una educación que sea de verdad SUPERIOR.
*Ex- Rector de la Universidad Pedagógica y Tecnológica de Colombia y Director de CGB
< director@granboyaca.org >
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