¿Por qué caminar beneficia tanto a los padres, los niños pequeños y las ciudades donde habitan?
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Por Michael Feigelson.
¿Cómo se puede mejorar el desarrollo infantil temprano creando ciudades más caminables?
En 1950, el 30% de la población mundial vivía en ciudades. En la actualidad, esa cifra corresponde al 50% y para el 2050 se estima que 7 de cada 10 personas vivirán en la ciudad.
El planear y gestionar las ciudades se convirtió en uno de los principales desafíos que debe enfrentar la humanidad. ¿Qué aspecto de la sociedad podemos medir para determinar si una ciudad funciona adecuadamente para sus residentes actuales y si es probable que estos puedan desarrollar todo su potencial a largo plazo?
Aquí hay una respuesta: el día a día de un niño pequeño.
Hay evidencia suficiente de que un entorno seguro y saludable durante el embarazo y los primeros cinco años de vida puede propiciar un mejor estado de salud en la adultez, una mayor capacidad para el aprendizaje y una mejor calidad de vida. Al diseñar ciudades funcionales para los niños pequeños de hoy, se mejora la calidad de vida de estos así como también la de sus padres, maestros y doctores de forma inmediata y se lleva a cabo una inversión que contribuirá en la creación de ciudades más seguras y prósperas al cabo de veinte años.
Bajo este punto de vista, la Fundación Bernard van Leer impulsó hace poco tiempo el programa Urban95: una iniciativa que durará cinco años a través de la cual nos reuniremos con los líderes de las ciudades y urbanistas de todo el mundo a fin de observar las ciudades desde una altura de 95 centímetros (la estatura media de un niño sano de tres años) e incorporar el conocimiento adquirido a la planificación, diseño y gestión de las ciudades.
Uno de los temas que surgió en nuestros debates en ciudades desde la India hacia Israel hasta Brasil es la caminabilidad. Los líderes quieren brindarles a las personas la posibilidad de ir caminando a la clínica, a los centros de atención infantil y a los espacios recreativos, lugares a los que los padres de niños pequeños deben dirigirse con frecuencia.
Cualquier persona que haya estado embarazada, haya tenido que subir a un autobús con un coche para bebés, haya intentado llevar a un grupo de niños pequeños en el metro o haya llegado tarde al médico o al trabajo por culpa del tráfico entenderá que trasladarse de un lugar a otro puede ser algo fastidioso y estresante. Una forma de resolver este problema sería mejorando el diseño de la ciudad. Sin embargo, una solución aún mejor sería evitar que las personas deban trasladarse en auto, autobús o metro y así permitir a los padres de niños pequeños ir caminando hacia donde lo necesiten.
Desde el punto de vista del desarrollo infantil, caminar aporta una gran cantidad de beneficios potenciales.
En primer lugar, caminar es hacer ejercicio, tanto para los niños como para los padres.
En segundo lugar, caminar es gratis. LLevar a los niños al parque a jugar ya no se siente como parte de una compensación financiera para las familias de ingresos bajos que constantemente luchan para llegar a fin de mes y no tienen dinero para pagar el boleto del autobús que los lleve hasta allí.
En tercer lugar, caminar ahorra tiempo. Los padres no necesitan levantarse lo más temprano posible para asegurarse de no perder el autobús o para evitar el tráfico de todos los días. El tiempo ahorrado les permite a los padres y a los niños dormir más, preparar un desayuno saludable y tener más oportunidades para conversar y jugar. Estas y muchas otras actividades importantes para el desarrollo infantil a menudo se dejan de lado o se suspenden cuando se tiene poco tiempo.
En cuarto lugar, y tal vez lo más importante, caminar es previsible. La previsibilidad en la vida de un padre ocupado, falto de sueño y que debe realizar múltiples tareas durante el día no tiene precio. Eldar Shafir, profesora de psicología y relaciones públicas en la Universidad de Princeton, explica que “cuando un padre puede ir caminando a donde necesita, sabe cuánto tiempo le tomará. No necesita preocuparse por los posibles cambios en los horarios del autobús o por el tráfico. Por lo que planificar su día resulta mucho más simple. Mucho menos estresante”.
El Centro de Desarrollo Infantil de la Universidad de Harvard sostiene que una buena crianza implica capacidades básicas como la planificación y el autocontrol que son mucho más difíciles de poner en práctica cuando se lleva un ritmo de vida caótico. Si los padres pudieran contar con rutinas más previsibles, esto les permitiría enfocar sus energías en actividades que promuevan un desarrollo saludable para sus hijos, tales como conversar durante el desayuno, intentar ser más pacientes cuando lloran o contarles un cuento.
Caminar hacia donde los niños necesitan, ¿cómo pueden contribuir las ciudades?
Durante los primeros seis meses de trabajo en Urban95, encontramos que la mayoría de los trabajos previos de planificación urbana para niños se enfocaron en niños de mayor edad. No obstante, estamos en contacto con expertos y socios inspiradores que aportan grandes ideas sobre cómo ayudar a los padres de niños pequeños para que puedan ir a pie a donde sus hijos necesiten.
Las ciudades están buscando el modo de acercar los servicios a los hogares. Por ejemplo, en India, el gobierno del estado de Odisha exige que el 2% de las tierras destinadas a los nuevos proyectos de vivienda social se asignen para servicios a la comunidad, entre los que se incluyen centros que brindan educación preescolar y cuidado infantil. En Hong Kong, se permite que las constructoras aumenten el coeficiente de constructibilidad (es decir, expandir el espacio permitido para construir por edificio) a cambio de que se incluya en sus diseños un pequeño ‘parque de bolsillo’ (pocket park) a fin de que los residentes puedan disfrutar de un espacio verde cercano. En Marañón, Brasil, 17 ciudades utilizan hogares privados como lugares de encuentro para mujeres embarazadas y trabajadores de la salud. Se eligen aquellos sitios que se encuentren lo suficientemente cerca para que los futuros padres puedan ir a pie. Como resultado, los padres tienden a faltar menos a las visitas prenatales y se los puede ayudar a pensar qué pasos pueden tomar, antes y después del nacimiento, para que sus hijos crezcan sanos.
Las ciudades también se ocupan de proporcionar una red caminable más segura para los padres y niños pequeños. Por ejemplo, Barcelona está en proceso de construir supermanzanas, pequeñas áreas (por ejemplo nueve manzanas de 5000 residentes) alrededor de las cuales circula el tráfico y dentro de las cuales el ingreso vehicular está completamente prohibido, por lo que caminar por estas manzanas es mucho más seguro. Mientras tanto, en la ciudad de Medellín, Colombia, se abrieron caminos seguros para los preescolares que viven en barrios con altos índices de violencia de bandas. Los niños caminan todos juntos hacia la escuela jugando y escuchando música, acompañados por un grupo de adultos.
Asimismo, las ciudades intentan detectar indicadores que ayuden en la creación de políticas acerca de la importancia de contar con servicios cerca del hogar como medio para promover el desarrollo infantil temprano. Por ejemplo, en la región Flamenca de Bélgica, el gobierno dirige un observatorio que lleva registro de distintos porcentajes, tales como el porcentaje de niños entre 2 y 5 años que viven a 400 metros o menos de un jardín de infantes y el porcentaje de niños menores de 11 años que viven a 400 metros o menos de un área de juego.
Los beneficios de caminar
El escritor estadounidense Kurt Vonnegut explicó claramente por qué insistía en ir a pie hasta la oficina de correo para comprar un sobre en lugar de comprar 100 de una vez y meter los 99 restantes en el clóset. En el camino, conocía mucha gente, saludaba al camión de bomberos, le preguntaba a una mujer de qué raza era su perro y “la pasaba de maravillas”. Más allá del dinero, el estrés y el tiempo que puedan ahorrar los padres si tienen la posibilidad de ir a pie a donde necesiten, el hecho de caminar en sí mismo también tiene un gran valor.
Esa caminata les brinda a los padres y niños un espacio en el que pueden conversar, jugar, cantar y conectarse con sus vecinos. Visto desde una altura de 95 cm, caminar es una cadena infinita de oportunidades para aprender y descubrir cosas nuevas.
Michael Feigelson dedicó los últimos 15 años de su carrera a mejorar las oportunidades de los niños, niñas y jóvenes. En la actualidad, es el director ejecutivo de la Fundación Bernard van Leer.
Nota del editor: Este artículo se publicó originalmente en la revista Stanford Social Innovation Review (SSIR) como parte de la serie Preparing Today’s Youth for Tomorrow’s World que se llevó a cabo en colaboración con la SSIR y el Center for Universal Education (CUE) en Brookings.
Lee el artículo completo en el Blogs.iadb.org/desarrollo-infantil/ del BAnco Interamericano de Desarrollo.
Fuente: BID
Nuestro contacto: granboyaca@gmail.com
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