Hugo Arias Castellanos *
Hasta donde se sabe, estudiar es una actividad propia y exclusiva de los seres humanos, a través de la cual se alcanza el conocimiento, se aprende, se cree, se supera, se compara y se decide para actuar positivamente.
Esas calidades del humano preparado y educado lo habilitan, según la calidad de su formación, para que sus conductas tengan soporte suficiente de racionalidad y eficiencia en el conjunto de personas con quienes comparte física y espiritualmente su vida.
El ser humano debe estudiar para formarse integralmente durante toda su vida consciente pues de él la sociedad espera comportamientos positivos siempre y cada vez más participativos, más eficientes y más eficaces tratándose de la obligación de resolver éticamente problemas personales, de su comunidad, municipio, departamento y país.
La sociedad ( con el pago de sus impuestos) exige o debiera exigir que todos sean verdaderos centros de estudio profundo, cultivo de la personalidad y el carácter, formación personal continua, fomento de la creatividad y el aprendizaje de las ciencias, las artes y las técnicas, para garantizar que la vida individual y comunitaria transcurra en condiciones ciertas y sostenidas de dignidad y equidad.
Las escuelas, colegios y universidades (en especial los públicos) deben ser centros incuestionables de formación integral que lleven a los miembros de una sociedad a avanzar con seguridad hacia la etapa de la superación mental que ha de reflejarse, obligatoria e intensamente, en las conductas individuales para lograr la creciente calidad de vida general. Por esto, la formación integral debe ser cierta y sostenida, con metodologías de estudio, aprendizaje y análisis que conduzcan al encuentro de la verdad, orientadas con precisión por maestros - apóstoles de profesión- convencidos de la necesidad y bondad de ese proceso, comprometidos e inmersos profunda e incondicionalmente en él.
La formación de los humanos es el más delicado y sensible de todos los procesos porque una equivocación en éste, aunque sea débil, produce consecuencias sociales muy graves y prácticamente irreparables.
Un ciudadano bien formado, a través del estudio con rigor científico, tiene las condiciones suficientes para actuar sin miedo; es decir, con verdadera libertad, sin prejuicios, con decisión y con responsabilidad indvidual y social.
¿Qué sociedad puede negarse a tener a todos sus ciudadanos formados para la libertad con estos atributos? Sin embargo, lo que vive el mundo de hoy, y desde luego nuestro país y nuestros pueblos, indica que hay serios vacíos y equivocaciones en el proceso de la formación de los ciudadanos. Algo está fallando, alguien está orientando mal, alguien conduce a la sociedad por caminos errados y lleva a nuestras juventudes hacia precipicios insospechados. Nuestros jóvenes no encuentran los paradigmas para su formación, son testigos vivos de la discrepancia estructural entre lo que se dice y lo que se hace, entre lo que se aprende y se vive, entre la teoría y la práctica. Nuestros jóvenes, es decir la sociedad del presente y del futuro, no tienen despejado un panorama de calidad aceptable de vida para todos y eso hace que la comunidad, como conjunto humano, sea frágil y vulnerable en todos los elementos de su estructura básica.
Podría afirmarse que no hay Institución educativa ni Universidad que sean malas "per se". Lo que sí hay es estudiantes que no estudian (¿Contradicción cierta?); estudiantes que pierden el irrecuperable tiempo de su formación seria; que dilapidan, si darse cuenta, el "divino tesoro de su juventud" y se conforman con obtener, con el mínimo esfuerzo y a veces sin éste, la calificación de 3,0. Se masifica y multiplica la "locha" y prospera una aterradora iresponsabilidad social.
Con estudiantes buenos y en estudios pertinentes, profundos y continuos no puede haber docentes malos (no serían tolerados por estudiantes buenos), los recursos académicos, que son limitados y muy costosos socialmente, no se despilfarrarían; estos recursos provienen de la misma sociedad que con muchos esfuerzos los provee, mediante el pago de tantos impuestos para asegurar las remuneraciones y gastos en doctores investigadores, docentes, funcionarios, capacitación, convenios científicos, becas, bienestar institucional, bibliotecas, laboratorios, campos y actividades de prácticas, salas de informática, equipos de ayudas audiovisuales, proyectos, tutorías, conferencias, seminarios, etc., Y, obviamente, si los estudiantes lo son de verdad y son eficientes académicamente, no habría malos profesionales en Colombia.
Buen momento sería el actual para que los colombianos conociéramos en qué Universidades titularon o "formaron" a quienes hoy ocupan las cárceles y las páginas de los periódicos por malversadores o defraudarores de los recursos públicos; y también, para saber cuáles han sido las intervenciones concretas de los Consejos Profesionales cuya misión principal es "velar por el cumplimento del correspondiente Código de Ética Profesional".
*Director del Centro de Estudios Gran Boyacá - CGB
CONTÁCTENOS: < director@granboyaca.org >
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