GESTIÓN DEL CONOCIMIENTO: "Lo que puedes aprender cuando te roban"



 
 
E D I C I Ó N - N ° 1 3 7 - A G O S T O - 2 0 1 7
   
 
 
Lo que puedes aprender cuando te roban
Javier Martínez Aldanondo
Gerente de Gestión del Conocimiento de Catenaria
jmartinez@catenaria.cl y javier.martinez@knoco.com Twitter: @javitomar
 

 

En ajedrez, el que pierde es el que más aprende (Leontxo Garcia).

Agosto fue un mes complicado. Para empezar, me cambié de casa, lo que siempre genera innumerables inconvenientes (aunque haciendo memoria, comprobé que me he mudado 21 veces de vivienda). A continuación, el proveedor de internet me tuvo 2 semanas desconectado causándome serios problemas que todavía no he logrado solventar completamente. Sin embargo, la principal razón es que me robaron mi mochila con el portátil y la cartera (y con ella, todos los documentos y tarjetas de crédito). Y esto si que fue una pequeña catástrofe.

Desgraciadamente, tampoco este hecho es nada nuevo. Desde que vivo en Chile, me han robado 2 veces el portátil (lo intentaron una tercera y al no tener éxito, me pincharon la rueda de la camioneta por 11 sitios), 2 veces el teléfono (y lo intentaron otra vez mientras lo tenía pegado a la oreja ya que estaba hablando) y 2 veces la bicicleta, además de los retrovisores y la antena del coche, el cubo de la basura, etc. También han entrado varias veces en mi casa, la última a comienzos de año cuando me encontré con el ladrón en mi cocina. Si hasta me robaron dinero de la taquilla del gimnasio (que estaba cerrada con candado) e incluso me sacaron gasolina de la moto cuando la llevé a un taller para que le hiciesen la revisión anual. Con estos antecedentes, parece legítimo preguntarse: ¿Habré aprendido algo? Si aprender es acumular experiencia reutilizable en el futuro para no cometer 2 veces el mismo error, al menos me queda el consuelo de que los robos han sido todos diferentes… Dado que mi pasión es el aprendizaje, existen 2 niveles en los que hay cosas interesantes que aprender de este lamentable episodio:

1. En el nivel específico del incidente: En esta ocasión, el robo sucedió mientras estaba en una zona de reciclaje de basura. Aparqué a escasos 5 metros de los contenedores e hice varios "viajes" de unos 30 segundos cada uno desde mi camioneta para tirar papeles, cartones, plásticos y tetra bricks. Los ladrones, que no está claro si utilizan un aparato que detecta las baterías de litio de los portátiles, detuvieron su coche junto a mi vehículo y aprovechando uno de mis viajes, se bajaron, abrieron la puerta de mi camioneta, sacaron mi mochila y se esfumaron. La única buena noticia, fruto de un aprendizaje anterior, es que la mayor parte de la información la tenía respaldada en 2 discos externos que actualizo regularmente. Además, ese portátil estaba empezando a dar signos de cansancio y ya había decidido sustituirlo. Sin embargo, el trabajo de los últimos días (una presentación para una conferencia y el informe de un proyecto) estaban en un pendrive que guardaba en la misma mochila con lo que tuve que pasar bastantes horas del mes rehaciendo trabajo. Ya con un nuevo portátil en mis manos, estos son los cambios que he realizado fruto de lo aprendido:

  • Disminuir los riesgos: Lo primero que hice fue empezar a trabajar en la nube, es decir, colocar todos mis archivos en internet (opciones como One Drive, Google Drive, Dropbox) de forma que perder un dispositivo no signifique perder la información.
  • Diversificar los riesgos: La segunda medida ha sido no volver a llevar el pendrive y la cartera con mis documentos en el mismo lugar (mochila) que el portátil.
  • Dificultar el trabajo a los delincuentes: Otra acción, cuya eficacia desconozco, fue instalar un programa en mi portátil para hacerle seguimiento en caso de robo y que permite además bloquearlo a distancia.
  • Redes de apoyo: Aunque ya lo sabía, la experiencia me recordó que quien tiene un amigo, tiene un tesoro. Gracias a la ayuda de mi hermano y mi amigo José Caraball, en pocas horas tenía un portátil para reanudar el trabajo y días después, un portátil nuevo traído de USA para recuperarme del mazazo.
  • Dependencia de la tecnología: Dependo tanto de mi portátil, y de la información que contiene, para llevar adelante mis actividades profesionales que se ha convertido en un apéndice de mi cuerpo, en un órgano más, una extensión de mi cerebro, y eso es peligroso.
  • Víctima y no culpable: Cada vez que sufres un robo, no puedes evitar preguntarte ¿qué responsabilidad tengo? Excepto si eres intencionadamente descuidado, los únicos responsables son los delincuentes que te robaron y tú no eres más que la víctima. Son miles las posibilidades que tienen para robarte y por muchas precauciones que tomes (que las debes tomar), en algún momento serás vulnerable, no lo podrás impedir al 100%.

    Sin embargo, ocurren 2 cosas interesantes durante los instantes posteriores al descubrimiento de un robo: por un lado, te sientes violentado cuando alguien impunemente (y en este caso conmigo a 5 metros) decide arrebatarte algo tuyo y aprovecharse de tu esfuerzo. Por otro, compruebas que, sin documentos ni tarjetas, quedas totalmente desvalido, no eres nadie ni puedes hacer nada.

    2. En el nivel general: Lo primero sobre lo que hay que reflexionar es ¿por qué me roban? Latinoamérica presenta niveles de desigualdad sangrantes. A finales de julio, una encuesta del Instituto Nacional de Estadística en Chile arrojaba datos escalofriantes: el 71,4% de la fuerza laboral tiene ingresos mensuales inferiores a 828 dólares (698 euros), solo el 9,7% percibe ingresos de 1.600 dólares al mes (1.350 euros) y únicamente el 1,2% gana 4.800 dólares (4.048 euros) y eso en un país como Chile, con los mayores niveles de desarrollo y la economía más sólida de la región. ¿Cómo se puede vivir con 800 dólares al mes en un país monetarizado hasta el extremo, donde absolutamente todo cuesta dinero?
    Tengo 2 explicaciones respecto de porque vivimos rodeados de tanta delincuencia:

  • La explicación simplista es qué hay gente que necesita dinero para sobrevivir, no lo tiene y recurre a robar. Detengámonos en un aspecto: ¿Por qué hay tantísima gente que ingresa 800 dólares al mes?  Obviamente, se trata de individuos que no tienen conocimiento de suficiente valor que "ofrecer al mercado". ¿Se trata de gente genéticamente inferior? O dicho de otra manera y aunque suene brutal ¿son pobres porque son tontos? Evidentemente que no, está demostrado que la genética tiene una influencia menor en la inteligencia. Tienen la misma capacidad que aquellos que perciben 4.800 dólares, la única diferencia es que no han aprendido cosas valiosas y su conocimiento es de menor "calidad". A estas alturas, ya sabemos que tu vida depende del conocimiento que tienes. No puedes hacer aquello para lo que no tienes conocimiento. Y el conocimiento que tienes y tendrás, depende de tu capacidad de aprender. Si queremos cambiar esta lacerante realidad (y no puedo imaginar otra prioridad mayor, de la que todos salimos ganando) podemos endurecer las penas, aumentar la presencia policial, construir más cárceles, etc. O, por otro lado, y no quiero parecer ingenuo, podemos concentrar nuestros esfuerzos en entregar todas las oportunidades necesarias para que ese 98,8% de ciudadanos chilenos que perciben ingresos indignos, desarrollen conocimientos de alto valor. Y eso significa asegurarse de que aprenden cosas relevantes y de manera eficiente en lugar de seguir enseñándoles lo que olvidan rápidamente y les conduce a empleos de escasa utilidad. Estamos obligados a ayudar a todos los que tienen menos (porque no saben lo suficiente) y quieren aprender. ¿Es factible? En sociedades más igualitarias, los niveles de delincuencia son drásticamente menores y los de confianza, sideralmente mayores. Recién en julio, pasé 1 semana en casa de mis padres en San Sebastian (España). Mi sobrina perdió su teléfono móvil en un autobús urbano y el aparato apareció intacto poco tiempo después. Yo acudí a un gimnasio donde me entregaron la llave que me permitía entrar y salir a mi voluntad (sin que nadie lo vigilase y sin que nadie se robe los implementos). Por supuesto que es factible, los vascos y los europeos no son seres superiores, solo tienen mayores niveles de conocimiento.
  • La explicación realista es que hay personas que desean acceder a los productos que los medios de comunicación nos prometen nos darán una vida más feliz y lo hacen a costa del trabajo de los demás. No queremos reconocer que hemos creado un sistema que evita educar para el juicio crítico y al mismo tiempo promueve el consumo desenfrenado. Los consumidores necesitan cada vez más dinero que viene del trabajo propio o de robar el trabajo ajeno. Y existen también culturas en las que ser pillo, engañar y aprovecharse de otros con el propósito de ganar está bien visto (el futbol nos regala ejemplos con cada partido). Estos casos, en los que no existe el más mínimo interés en aprender sino en beneficiarse del conocimiento de los demás, hay que combatirlos y perseguirlos firmemente pero no tanto por el perjuicio económico que suponen sino por que amenazan los principios y valores más sagrados. Si decidimos confiar en nuestros semejantes y entregar oportunidades a los que más lo necesitan, el acto de violar esos acuerdos implica un desprecio a la comunidad. Abusar de esa confianza es una injusticia para todo el resto que cumple sus compromisos y una falta de respeto con todos los que hacen su mejor intento por contribuir al bien común. Y ese es el límite que una sociedad equitativa no puede dejar pasar.

    Conclusiones: La semana pasada impartí un taller en una de las universidades más reconocidas de Chile y me alertaron de que no abandonase mi portátil en el aula debido a la cantidad de robos que vienen sucediendo. Fui también a recoger a uno de mis hijos a casa de unos amigos en un condominio (urbanización) y me sentí accediendo a Alcatraz: vigilantes que te piden el carnet de identidad, y anotan hasta la matrícula de tu coche. Algo estamos haciendo mal cuando necesitamos esos niveles de seguridad. No es normal vivir en casas enjauladas donde todas las ventanas tienen barrotes, parece imprescindible contratar alarmas… Lo que tengo muy claro es que no estoy dispuesto a vivir agobiado, vigilando continuamente mis espaldas, sospechando que todos los que me rodean son ladrones potenciales. No quiero acostumbrarme a desconfiar, aprender a temerme siempre lo peor y estar preparado para ello. Sé que pago un precio por ello, pero lo seguiré pagando. El asunto es ¿qué aprendo de esta mala experiencia? algo que solo sabremos en el próximo robo. Por eso, a la frase inicial de Leontxo Garcia hay que añadirle un matiz: perder no conlleva automáticamente aprender, tienes que hacer un ejercicio de reflexión y cambio para que el aprendizaje tenga lugar.

    Sabemos que las desigualdades en los ingresos se dan por las diferencias en los niveles de conocimiento. Y sabemos también que necesitamos aumentar las oportunidades de generar ese conocimiento, es decir, fortalecer la capacidad de aprender de todos aquellos que quieren. Parece obvio, pero va siendo hora de tratar a todos por su comportamiento y su conocimiento y no por su origen, educación, sexo, posición social, apellidos o creencias.


  •  
     
     

    Catenaria - Gestión del Conocimiento
    La Concepción, 141 of. 505 / Teléfono 56 - 2 - 22905577 / Mail: jmartinez@catenaria.cl /
    Santiago, Chile

     
     

    Si no desea continuar recibiendo nuestro Newsletter,
    envíe un correo a la siguiente dirección: javier.martinez@catenaria.cl

       

    ROBOT... LUCIÓN



    Comunicados de prensa

    23-ago-2017

    Robotlución: nueva publicación del BID sobre automatización del empleo y su impacto en la productividad

    México y Brasil lideran en la región la incorporación de robots: entre 1 y 2 robots por cada 1000 obreros

    ¿La robotización destruirá, desplazará o creará nuevos empleos sustentables? ¿Puede el cambio tecnológico contribuir a disminuir la inequidad en la región? Esta son algunas de las preguntas que responden los 40 expertos internacionales que participaron en la elaboración de “Robotlución. El futuro del trabajo en la integración 4.0 de América Latina”. Una publicación que analiza el fenómeno de la automatización del empleo y su impacto en la matriz productiva y exportadora de la región.
    La presentación del informe estuvo a cargo de Gustavo Beliz, Director del Instituto para la Integración de América Latina y el Caribe (INTAL) del Sector de Integración y Comercio del Banco Interamericano de Desarrollo (BID), quien destacó la necesidad de impulsar un nuevo “contrato social tecnológico” en la región para aprovechar las oportunidades que ofrecen las nuevas tecnologías.
    El Gerente del Sector de Integración y Comercio del BID, Antoni Estevadeordal, destacó la importancia de alinear las negociaciones comerciales con las nuevas demandas tecnológicas, de modo de potenciar la diversificación productiva de América Latina.
    La presentación se realizó en la sede del INTAL en Buenos Aires Argentina en la que participaron: Jacques Bughin (Mckinsey Global Institute), Irmgard Nübler (Organización Internacional del Trabajo), Tang Jun (Zhejiang University), Lydia Harriss (UK Parliamentary Office of Science and Technology), Miguel Acevedo (Unión Industrial Argentina), Beatriz Nofal (Eco-Axis) y Eduardo Levy Yeyati (Universidad Torcuato Di Tella), entre otros expositores.
    Entre los principales hallazgos destacan:
    Afinar las métricas: es necesario construir mejores métricas para monitorear el impacto de la innovación en el empleo. Las diferencias en los cálculos actuales van desde un promedio de 5 por ciento hasta un 47 por ciento de riesgo de automatización según el método utilizado. Una evaluación de impacto implica también considerar la creación indirecta de nuevos empleos: cada empleo tecnológico genera 4,9 nuevos puestos de trabajo como efecto multiplicador.
    Identificación granular: el análisis de la probabilidad de automatización del empleo difiere en cada país y sector. Para el sector agrícola en Uruguay el riesgo sube a 82 por ciento, siendo mayor para las personas con menor nivel educativo, los jóvenes (entre 15 y 30 años) y el género masculino. En Argentina, alcanza el 76 por ciento para el sector transporte.
    Concentración: Suecia, Alemania, Japón y Corea del Sur son los países con más robots por obrero industrial (más de 2 por cada 100 obreros). En China la venta de robots creció 67 por ciento en los últimos dos años, casi el doble que el 34 por ciento del promedio global. En la región, México y Brasil lideran la incorporación de robots aunque aún lejos de los países más desarrollados (entre 1 y 2 robots por cada 1000 obreros).
    Comercio 4.0: las exportaciones bilaterales en el sector automotriz crecen 2 por ciento por cada 10 por ciento de incremento en la dotación de robots a pesar de los incentivos a la relocalización de empresas. En tanto que la brecha tecnológica entre países que firman un acuerdo comercial con cláusulas de transferencia de tecnología puede reducirse hasta 15 por ciento.
    Acerca del BID
    El Banco Interamericano de Desarrollo tiene como misión mejorar vidas. Fundado en 1959, el BID es una de las principales fuentes de financiamiento a largo plazo para el desarrollo económico, social e institucional de América Latina y el Caribe. El BID también realiza proyectos de investigación de vanguardia y ofrece asesoría sobre políticas, asistencia técnica y capacitación a clientes públicos y privados en toda la región.

    Cualquiera puede ser presidente del gobierno, Newsletter 136 Catenaria Gestión del Conocimiento

     
     
    E D I C I Ó N - N ° 1 3 6 - J U L I O - 2 0 1 7
       
     
     
    Cualquiera puede ser presidente del gobierno
    Javier Martínez Aldanondo
    Gerente de Gestión del Conocimiento de Catenaria
    jmartinez@catenaria.cl y javier.martinez@knoco.com Twitter: @javitomar
     

     

    2 semanas atrás, mientras caminaba por San Sebastián, me llamó la atención un cartel que explicaba la historia de Bea, una conductora de la empresa municipal de autobuses. En el anuncio, Bea contaba que sus padres se conocieron siendo conductores de autobús, su marido también lo es y ella tiene la esperanza de que sus hijos continúen la dinastía. Por muy romántico que sea el sueño de Bea, es muy poco probable que su estirpe de conductores continúe. Antes de lo que ella se imagina, los autobuses se conducirán solos, sin necesidad de intervención humana.

     

    No conozco ningún joven que aspire a convertirse en conductor de autobús. Pero por poco atractiva que pueda parecer esa profesión, no cualquiera puede conducir autobuses. Necesitas demostrar una serie de conocimientos para que la sociedad te permita desempeñarte en ese trabajo y de lo contrario, te impide hacerlo. Tampoco cualquiera puede ser bombero, médico, arquitecto, juez, profesor o policía. Sin embargo, cualquiera puede ser presidente del gobierno. No se exigen conocimientos de ningún tipo, tan solo se requiere ser mayor de edad (en algunos casos se exige un mínimo de 35 años), nacional del país y no contar con antecedentes penales. ¿No les parece increíble que existan menos obstáculos para acceder a la presidencia de un gobierno que para conducir un vehículo? Si quieres sobrevivir en esta sociedad tan civilizada que hemos construido, es obligatorio acreditar tu conocimiento ¿cómo es posible que se nos haya olvidado ese requisito para la función con mayor responsabilidad en un país? ¿Será casualidad? No lo creo.

    Tenemos muy presente que, para ejercer la mayoría de profesiones, estás obligado a demostrar, ante algún organismo oficial, que cuentas con los conocimientos suficientes para desempeñarte de forma adecuada. La justificación es obvia: si vas a tomar decisiones que pueden afectar gravemente a la vida, la salud o el patrimonio de otras personas, se necesita una garantía de que estás preparado para ejercer esa labor. Las consecuencias de no realizar esta verificación, y que personas sin preparación pudiesen desempeñarse en cualquier trabajo, serían funestas. Por eso, si aspiras a conducir un autobús, pilotar un avión, realizar cirugías, calcular estructuras, impartir justicia, etc., la sociedad tiene que comprobar tus conocimientos. Hasta aquí todo parece lógico. ¿Y cómo verificamos esos conocimientos? Hay básicamente 2 instancias: la comprobación que hace quien te contrata y la que hace quien te entrega el título.
    Con motivo del curso sobre relevo generacional al que asistieron representantes de diversas regiones españolas, mantuve una reveladora reunión con los responsables del proceso de selección de funcionarios públicos de una comunidad autónoma. Fueron brutalmente honestos cuando afirmaron "Ni de broma seleccionamos a los mejores. Si pudiésemos hacer un experimento y contratar a un grupo de personas que superaron las pruebas de selección y a otro grupo de candidatos elegidos al azar, estamos seguros de no habría ninguna diferencia en su posterior desempeño laboral. Podríamos escogerlos por su peso o su altura y no cambiaría nada. Es urgente reinventar el proceso y las herramientas para la selección". Lo mismo ocurre en las empresas: realizan tests, entrevistas, y revisan antecedentes, pero no tienen cómo estar seguros de que las personas que van a contratar atesoran realmente los conocimientos que necesita la organización. ¿Y cómo evalúan las universidades que sus egresados cuentan con los conocimientos requeridos? Hace 4 años, abordamos el asunto de los malditos exámenes. Es obvio que necesitamos evaluar el aprendizaje, pero medir lo que una persona sabe hacer mediante exámenes orales o escritos es directamente una farsa. ¿Se imaginan que para obtener el carnet de conducir solo hiciese falta aprobar un examen teórico? No nos confundamos, a los profesores universitarios les interesa la investigación, no la docencia. El negocio de las universidades no es el aprendizaje, sino administrar el monopolio de la venta de títulos que dan acceso al mercado laboral, de otra manera no enseñarían como enseñan ni evaluarían tan ridículamente como evalúan. Pero el problema viene de mucho más atrás. Para adquirir cualquier conocimiento, necesitas aprender y para ello, los seres humanos nos inventamos un tortuoso sistema llamado educación. El intricado camino comienza con una primera etapa de 12 años de enseñanza obligatoria (ojo, la educación no es un derecho sino una obligación que el estado impone a sus ciudadanos que no pueden elegir permanecer ignorantes). ¿Y cómo evalúa el colegio? Realiza el mismo simulacro que la universidad. Todo el sistema educativo asume que para verificar si alguien sabe algo, basta con preguntarle y qué responda lo correcto. Perfectamente puedes aprobar un examen por pura casualidad (justo te preguntan lo único que estudiaste), suerte (acertaste las respuestas en el test de respuesta múltiple) o haciendo trampas e incluso sin entender lo que respondes, tan solo memorizándolo (este robot es capaz de aprobar las pruebas de acceso a la universidad sin tener conciencia alguna de lo que hace). El sistema educativo supone que sabes porque aprobaste un examen y se conforma con eso, no está dispuesto a hacer el esfuerzo de comprobarlo. Un equipo de futbol no te contrata suponiendo nada, necesita que lo demuestres. Lo mismo sucede si eres actor, debes realizar pruebas de casting para formar parte del elenco de una película. Por más que memorices todas las recetas del mundo, no lograrás que un restaurant te contrate como cocinero. La distancia de la teoría a la práctica es gigante. La misma paradoja que ocurre cuando un cura imparte consejos sobre el matrimonio o sobre como criar a los hijos. No es lo mismo ser hijo y tener padres que ser padre y tener hijos. Este intocable sistema educativo tiene falencias evidentes cuando la inmensa mayoría de adultos seríamos incapaces de aprobar ninguno de los exámenes que en su momento superamos en el colegio y la universidad.

    ¿Qué nos demuestra esta realidad? El poco valor que se ha venido dando al conocimiento. Valen más los títulos que la experiencia, tu curriculum que lo que de verdad sabes hacer, el envoltorio que el caramelo. Sin embargo, poco a poco las cosas van cambiando. En una sola semana del mes de junio, recibí 3 correos de organizaciones de distintos sectores de la economía, con la misma preocupación: la pérdida de conocimiento. Anticipan que sus mejores expertos están cerca de jubilarse y por tanto perderán un conocimiento valiosísimo y difícil de sustituir. Sin embargo, no tienen ninguna estrategia para evitarlo. También en el mundo educativo, empiezan a surgir iniciativas cuyo objetivo es asegurar que los alumnos aprenden a hacer cosas útiles para su futuro. Durante la revolución industrial, el capital era un recurso escaso. Hoy, en plena revolución del talento, sobra capital pero lo que falta es conocimiento.

    ¿Que conclusiones sacamos? La primera es que indudablemente, no tenemos a los mejores cerebros de nuestro país en los cargos públicos. ¿Podemos darnos el lujo de elegir autoridades que no saben inglés, que apenas conocen las tecnologías, que ignoran la complejidad del proceso educativo o que no han tenido experiencias en el mundo de la empresa y sin embargo manejan un volumen enorme de recursos y toman decisiones trascendentales para el futuro de un país y de sus ciudadanos? Cuando en 1981, EE. UU proclamó presidente a un actor, el resto del mundo lo consideró una broma estrafalaria. En 2017 ha vuelto a las andadas, pero la broma no tiene mucha gracia. ¿Como nos asegurarnos de atraer a los mejores talentos a los puestos de mayor responsabilidad de un país?

    1. Para acceder a cargos públicos, debe ser obligatorio dominar un cuerpo profundo y sólido de conocimientos, acordes a la magnitud del cargo. Para eso, tendremos que ponernos de acuerdo respecto de qué rasgos deben caracterizar a un político, qué deben saber y cómo asegurarnos que lo aprenden (y se actualizan permanentemente).
    2. La remuneración de un cargo público tiene que estar a la altura de la responsabilidad que conlleva. No parece coherente que miles de directivos y profesionales perciban retribuciones varias veces superiores a las del principal ejecutivo del país. El objetivo de acceder a la presidencia no es hacerse millonario, pero si queremos convocar a los mejores al ejercicio de un cargo tan demandante, es imperativo recompensarlos generosamente.

    En su último libro titulado "Creando una sociedad del aprendizaje", el premio Nobel de economía Joseph Stiglitz sostiene que "lo que verdaderamente separa a los países desarrollados de los menos desarrollados no es la brecha de recursos sino la brecha de conocimiento… Para entender cómo se desarrollan los países, es esencial saber cómo aprenden y se vuelven más productivos y qué puede hacer el gobierno para promover el aprendizaje". Mientras no consideremos el conocimiento (en un sentido amplio) como el eje alrededor del que construir nuestro futuro, seguiremos dando tumbos. Dado que los países necesitan liderazgos inteligentes, por nuestro propio bien necesitamos políticos profesionales. Pero cuando analizamos el nivel de los dirigentes políticos y cargos electos que padecemos (y este no es un fenómeno exclusivo de un país, región o continente, sino que es una epidemia mundial) comprobamos que realmente cualquiera llega a presidente del gobierno. Y sino que se lo pregunten a los millones de venezolanos que preferirían que Nicolas Maduro volviese a su antigua profesión de conductor de autobús.
    Con la creciente eclosión de la inteligencia artificial y la automatización (de la que venimos hablando desde hace 3 años), podemos predecir que los autobuses autónomos están a la vuelta de la esquina. Debiésemos considerar seriamente sustituir a los políticos por robots. Seguro que nos ahorraríamos innumerables sinsabores y decepciones.

    El 10 de agosto participaremos en el Foro anual de la industria 2017 "Pongámonos de acuerdo: Chile necesita crecer" organizado por Asimet, con la conferencia "Avanzar hacia un país más inteligente"
    El 29 de agosto participaremos en el Foro "Más allá de la transformación digital" organizado por Level3, con la conferencia "El desafío de evolucionar en plena revolución digital".


     
     
     

    Catenaria - Gestión del Conocimiento
    La Concepción, 141 of. 505 / Teléfono 56 - 2 - 22905577 / Mail: jmartinez@catenaria.cl /
    Santiago, Chile

     
     

    Si no desea continuar recibiendo nuestro Newsletter,
    envíe un correo a la siguiente dirección: javier.martinez@catenaria.cl

       

    CONOCIMIENTO Y APRENDIZAJE CIRCULAR


     
     
    E D I C I Ó N - N ° 1 3 5 - J U N I O - 2 0 1 7
       
     
     
    Conocimiento y aprendizaje circular
    Javier Martínez Aldanondo
    Gerente de Gestión del Conocimiento de Catenaria
    jmartinez@catenaria.cl y javier.martinez@knoco.com Twitter: @javitomar
     

     

    Nuestro enfoque hacia la gestión del conocimiento va mucho más allá del palo y la zanahoria. Nosotros decimos "compartir conocimiento es tu obligación, hazlo". Como recompensa, podrás mantener tu trabajo (Bob Buckman ex- presidente de Buckman Laboratories)

    La semana pasada me tocó viajar a Punta Arenas, la última gran ciudad del extremo sur de Chile, a los pies del estrecho de Magallanes, el cabo de Hornos y tierra de fuego, lugares míticos que tanto resuenan en la imaginación gracias a las fantásticas historias sobre la expedición de Magallanes y Elcano que dio la primera vuelta al mundo. Mientras unos días antes me abrasaba en Madrid a más de 40 grados, la Patagonia me recibía con temperaturas bajo cero y abundante nieve y hielo. Nada más acomodarme en el avión, al estar sentado en la salida de emergencia, la azafata me entregó el folleto con las instrucciones sobre cómo actuar en caso de accidente y me preguntó si aceptaba desempeñar las funciones requeridas. Mientras leía el documento, se me empezaban a acumular las dudas: en el caso de que ocurra un incidente ¿sabré localizar la salida de emergencia y reconocer el mecanismo para operarla? ¿seré capaz de calcular si abrir la salida incrementará el peligro al que se expondrían los pasajeros? ¿podré evaluar la condición del tobogán de escape, activarlo y estabilizarlo? ¿cómo valoraré, seleccionaré y seguiré un camino seguro para alejarse de la salida de emergencia? Y todo ello en los escasos segundos que dura una situación de ese tipo. Parece arriesgado apostar a qué sabré hacer algo que nunca he hecho antes…

    Es cada vez más frecuente escuchar sobre el modelo de economía circular qué están impulsando el Parlamento y Consejo Europeo (este artículo reciente explica las medidas tomadas en Austria). La economía circular propone un cambio drástico en el manejo de nuestros recursos pasando del tradicional (y nefasto) extraer -  producir – comprar - usar - tirar al mucho más sensato y sostenible reparar - reutilizar - reciclar. Justamente, el espíritu de la gestión del conocimiento se basa en reutilizar el conocimiento que tenemos con una pequeña ventaja: los intangibles no se desgastan con su uso, más bien al contrario, se revalorizan. Pero claro, para reutilizar el conocimiento necesitamos haberlo aprendido.

    Antes de que naciese mi primer hijo, mi madre me regaló un libro (Qué esperar cuando estás esperando) con todo lujo de detalles sobre cómo criar a un recién nacido. Dado que nunca había sido padre, no tenía conocimiento sobre cómo manejar la llegada del nuevo integrante de la familia. Desafortunadamente, no importa cuántos consejos te entreguen tus padres o tus amigos, cuántos libros leas o cuantos documentales puedas ver, hasta que no nace tu primer hijo no sabes qué significa cambiar pañales, tratar de hacerlo dormir, darle de comer o identificar porqué llora desconsoladamente. El conocimiento no es algo que tienes sino algo que haces y para eso, necesitas aprender. No hay otro sustituto para aprender esas lecciones que la experiencia práctica. Eso si, cuando llega tu segundo hijo, ya no necesitas volver a aprender todo de nuevo, sino que gestionas (reutilizas) el conocimiento de lo que aprendiste con el primero. Aprender es la inversión que haces generalmente la primera vez que abordas una tarea. A partir de ahí, tratas de gestionar tu conocimiento aunque (igual que pasa con los hijos) no te queda más remedio que seguir aprendiendo a medida que las tareas van mutando hacia desafíos cada vez más complejos.

    Ya sabemos que, sin conocimiento, no puedes actuar. 2 semanas atrás participé, en mi tierra, en un taller de trabajo colaborativo organizado por Tknika. Al finalizar el evento, una de las personas a cargo de la organización tenía que "volar" literalmente a dictar un curso en otra localidad, pero cuando se subió a su automóvil, se dio cuenta de que tenía un neumático pinchado. Dado que no sabía cómo cambiar la rueda, acudió a la estrategia más inteligente que siempre usamos los seres humanos: Buscar al que tiene el conocimiento. Allí apareció rápidamente Agustín que, en menos de 10 minutos le resolvió el problema. No es lo mismo saber cómo se hace algo que saber hacerlo, sobre todo cuando nunca lo has hecho antes. Por regla general, el sistema educativo (y la inmensa mayoría de procesos formativos) se concentran en enseñarnos la teoría y descuidan gravemente su puesta en práctica. Y claro, en la vida, y en el mundo profesional en particular, lo que cuenta no es lo que sabes sino lo que eres capaz de hacer con lo que sabes. Hechos y no palabras.

    Conocimiento y aprendizaje son caras de una misma moneda porque uno no puede existir sin el otro. No hay conocimiento sin un proceso de aprendizaje previo, el conocimiento es el resultado de aprender. Pero mientras el conocimiento es un acto inmediato, un estado presente, el aprendizaje es un proceso que nunca termina. Llegado el momento de enfrentar una situación (cambiar una rueda, criar un niño o liderar una evacuación durante una emergencia) o sabes o no sabes, o puedes hacerlo o no. Evidentemente no existe una única manera de resolver los problemas y el conocimiento admite gradaciones, está siempre en permanente evolución. Pero si nunca antes aprendiste, simplemente no puedes hacerlo. El aprendizaje es un proceso complejo porque exige motivación (querer), tiempo y práctica. Aprender requiere paciencia (esa virtud cada vez más escasa), resulta caro, sacrificado y demanda una alta dosis de esfuerzo. Pero aprender es igual que comer, si no te nutres (en este caso de conocimiento para poder decidir y actuar) tarde o temprano mueres.
    Dado que solo puedes reutilizar aquello que ya tienes, la paradoja es que las organizaciones son menos dueñas de su conocimiento de lo que creen. Acabamos de realizar el diagnóstico del estado de la gestión del conocimiento de una institución española con presencia en varios continentes. Han aparecido 2 conclusiones que se repiten en la mayoría de empresas:

    1. Las organizaciones cuentan con un amplio y rico acervo de conocimiento, sin embargo, dicho conocimiento es más patrimonio de los individuos que de la institución. Cualquier empresa exitosa cuenta con individuos con un alto y sofisticado conocimiento especializado. Sin embargo, existen muy pocas instancias diseñadas para que ese conocimiento circule y se comparta. Sabemos que el conocimiento es un atributo humano que radica en el cerebro. Como nos decía uno de los entrevistados "por muy buenos manuales o informes que hagas, por muy buenos videos o píldoras de contenidos que elabores, nada sustituye el intercambio de conocimiento entre personas". Una empresa química nos comentaba recientemente: "Dentro de 10 años, el 60% de la plantilla actual (que es la que más conocimiento acumula), ya no estará aquí". La prioridad para las organizaciones radica en convertir ese conocimiento individual en patrimonio y activo institucional y, por tanto, no sujeto a tantos riesgos porque en el momento en que las personas se marchan, se lo llevan consigo descapitalizando a la empresa. ¿Qué significa esto? Que las organizaciones están obligadas a generar mecanismos para aprender y no depender de sus integrantes. Y eso les exige asegurarse de que, por ejemplo, quienes se incorporan a la organización estén operativos lo antes posible o que quienes más saben (expertos) transfirieran su conocimiento de manera continua mucho antes de jubilarse. No se trata de un camino imposible, lo que hace falta es crear rutinas para que el conocimiento no permanezca estático, sino que fluya de los que lo tienen a los que lo necesitan. La parte más simple consiste en sistematizar y generar activos de conocimiento (procedimientos, guías, manuales, metodologías, checklists, recomendaciones, errores, prácticas, lecciones, casos, etc.). La parte más valiosa y más complicada consiste en crear instancias y actividades de intercambio de conocimiento, aprendizaje y colaboración entre los miembros de la empresa.

    2. Las organizaciones aprenden muy poco de lo que hacen. Como nos decía el Director de la institución, "donde más se aprende de nuestro negocio es en la evaluación". Las mejores oportunidades para aprender y gestionar el conocimiento ocurren cuando se dan 2 condiciones: haces tareas repetitivas (algo que les ocurre al 99% de las organizaciones a pesar de que supuestamente vivimos en la era de la innovación) y además las ejecutas en varios sitios simultáneamente. Si lo que se hace en una empresa se ha hecho antes miles de veces, entonces existe una casuística gigantesca, un enorme stock de conocimiento del que echar mano. Cada vez que repites una tarea, debieses hacerla mejor y en ese espacio, generas mucho conocimiento que no siempre se aprovecha. Si ofreces un producto o servicio estandarizado, es seguro que sabes mucho de cómo fabricarlo y venderlo o proveerlo y el foco de tu estrategia necesariamente tiene que consistir en reutilizar ese conocimiento. Pero para ello, necesitas capturar esa experiencia, sistematizarla y transferirla. Sorprendentemente, la mayor parte de organizaciones tienen poca cultura de evaluar con el objetivo de aprender. Apenas existe tiempo para reflexionar, sistematizar lo aprendido y compartirlo. Como me contaban en un evento sobre seguridad "no hay accidentes nuevos, lo que hay son personas nuevas que sufren los mismos accidentes". Evaluar exige cuestionarnos nuestro actuar. Para aprender hay que hacerse preguntas y no somos muy diestros en el arte de preguntar. La principal razón para evitar la evaluación es que nos obliga a analizar los errores cometidos y eso no es fácil de asimilar en nuestra cultura exitista y tan poco tolerante con las equivocaciones. Y si no aprendes de los errores, te expones irremediablemente a repetirlos. La única manera de asegurar que ocurra el aprendizaje pasa por incluirlo como parte indisoluble del proceso. Una tarea no concluye hasta que soy capaz de explicar lo que aprendí al realizarla.

    Ahora que los programas de cocina está tan de moda en los medios de comunicación, aparecen noticias sobre robots que cocinan como los mejores chefs. Esto significa que el acto de cocinar no requiere de mucha creatividad, sino que basta con copiar, aprender y repetir. Lo realmente creativo es inventar platos nuevos, pero cocinar platos conocidos es, en realidad, gestionar el conocimiento. Aunque no nos guste escucharlo, nuestro trabajo consiste en repetir algo ya hecho antes ,usando el conocimiento que tenemos y ojalá mejorarlo con lo que vamos aprendiendo. Las empresas están obligadas a aprender a gestionar su conocimiento si quieren sobrevivir. Como sabiamente me compartía mi amigo Alex la última vez que estuve en Venezuela, "una organización gestiona su conocimiento cuando sabe lo que sabe y lo usa, conoce lo que necesita aprender y lo aprende y cualquier proceso de trabajo, se ejecuta utilizando la mejor práctica".

    Los días 5 y 7 de julio estaremos impartiendo un curso sobre Mapas de Conocimiento Crítico para el Ayuntamiento de Barcelona.
    El 6 de julio participaremos en el encuentro sobre Métricas para la Gestión del Conocimiento junto con Jesus Martinez, Responsable de Formació Directiva i Nous Programes del Cefje
    El 11 de julio en Santander impartiremos la conferencia "Gestión del Conocimiento en el SXXI, lecciones aprendidas y desafíos" en el marco del curso "El reto del relevo generacional en
    nuestras organizaciones: diseñando programas de transferencia de conocimiento", organizado por la Universidad Internacional Menéndez Pelayo.


     
     
     

    Catenaria - Gestión del Conocimiento
    La Concepción, 141 of. 505 / Teléfono 56 - 2 - 22905577 / Mail: jmartinez@catenaria.cl /
    Santiago, Chile

     
     

    Si no desea continuar recibiendo nuestro Newsletter,
    envíe un correo a la siguiente dirección: javier.martinez@catenaria.cl

       

    ¿CÓMO GESTIONAR TU CONOCIMIENTO PERSONAL ?

    E D I C I Ó N - N ° 1 3 4 - M A Y O - 2 0 1 7
     
    ¿Cómo gestionas tu conocimiento personal?
    Javier Martínez Aldanondo
    Gerente de Gestión del Conocimiento de Catenaria
    jmartinez@catenaria.cl y javier.martinez@knoco.com Twitter: @javitomar
    Aunque el mundo no empezó contigo ni se terminará cuando ya no estés, es evidente que el planeta gira alrededor tuyo. Y no se trata de un ataque de soberbia o egocentrismo sino de pura realidad. Por más que quieras con locura a tus hijos o a tu pareja o te entregues al prójimo por una causa noble, en tu vida no hay nadie más importante que tú. Nadie puede comer o dormir por ti, tampoco sufrir o gozar en tu lugar. Estás condenado a pasar toda tu vida contigo mismo, hablándote continuamente, felicitándote, recriminándote…. Por supuesto, tú no eres el único que cuenta, necesitas dominar el arte de la relación con tus semejantes, pero por más que el hombre sea un animal social e insistamos en conceptos como empatía, solidaridad o colaboración, para ti eres el centro del mundo. Y eso significa que eres el principal responsable, y a su vez beneficiado, de la adecuada gestión de tu vida.
    En la civilización occidental, las 3 principales prioridades de los adultos son la salud, la familia y el trabajo. Estos últimos años nos han demostrado que tener un empleo estable y satisfactorio es un lujo cada vez más difícil de disfrutar. Y, al contrario, perder el trabajo, en sociedades despiadadas donde no es posible sobrevivir sin dinero, es una de las situaciones más estresantes que podemos experimentar. Por si nunca te has detenido a pensarlo, si trabajas es gracias a tu conocimiento. La razón por la que una organización te contrata o un cliente paga por tus servicios es porque tu conocimiento les aporta algún valor (satisface alguna necesidad por la que alguien está dispuesto a pagar). Y si tienes conocimiento, no es por suerte o por casualidad sino porque en algún momento lo has aprendido. Es decir, tu vida profesional está en función de tu conocimiento. Parece lógico concluir que deberías contar con un plan detallado, respecto de cómo administrar el elemento del que depende tu futuro laboral (o lo que es lo mismo, tu vida). Me temo que conozco la respuesta: la inmensa mayoría de personas reconocen no tener un plan para gestionar su conocimiento personal. Claro, todos administramos nuestro conocimiento de forma intuitiva y accidental, pero debemos asumir que estamos corriendo un riesgo gigantesco al dejarnos llevar y que las cosas nos sucedan.  Si el conocimiento es la materia prima con la que construirás todo lo que te espera desde hoy en adelante, entonces no te puedes permitir no planificar cuidadosamente tu desarrollo. Asumiendo que siempre será un proceso en cambio constante, tiene que ser un ejercicio consciente. A fin de cuentas, tu conocimiento es tu marca y tu principal producto, si no lo administras, alguien terminará haciéndolo por ti o quedarás a merced del azar.
    ¿Y cómo gestiono mi conocimiento personal? El stock conocimiento del que dispone cada uno de nosotros se puede desglosar en 5 dimensiones:
    1. Conocimiento presente entendido como todo lo que sabes hacer hoy. Dado que el conocimiento es aprendido (no lo traías al nacer) incluye desde habilidades hasta actitudes, hábitos, competencias, etc., es decir, todo aquello que puedes aplicar y demostrar. Para gestionar tu conocimiento actual, el que te permite ganarte la vida, necesitas hacer 2 cosas: Identificarlo y evaluar su estado.
      Identificar mi conocimiento: Para ser consciente de lo que sabes, primero debes ser capaz de responderte estas simples preguntas: ¿Por qué te pagan? ¿qué conocimiento tienes que resulta valioso para tu empresa o tus clientes?
      Evaluar su estado: Nuevamente, necesitas analizar varios aspectos de tu conocimiento: ¿Cómo lo adquirí? ¿cuánto sé, en qué nivel estoy? ¿lo tengo documentado? ¿hay mucha gente experta ese ese campo y es fácil de encontrar en el mercado? ¿es estratégico para el futuro de mi organización o de mis clientes? ¿es susceptible de cambiar rápidamente o automatizarse? ¿a quién le resulta valioso, por qué lo necesita y qué está dispuesto a hacer para obtenerlo? ¿soy capaz de lograr que otros lo aprendan?
    2. Red: Como reza el dicho popular, "no necesito saberlo todo sino tener el teléfono del que sabe, y que sea mi amigo" (esto último es de mi cosecha). Soy un firme defensor de compartir el conocimiento en comunidad, pero la colaboración es un fenómeno reciente que todavía estamos aprendiendo tras siglos de desconfianza plasmada en crueles guerras y luchas permanentes por el poder. Que el conocimiento sea personal no implica que sea individual. En un escenario crecientemente complejo, nadie tiene suficiente conocimiento para resolver todos los problemas por su cuenta. Por muy experto que seas, no puedes llegar muy lejos tú solo armado únicamente de tu conocimiento. Necesitamos del conocimiento de otros para complementarlo con el nuestro. Aunque siempre se dijo que el conocimiento es poder, lo cierto es que el conocimiento compartido es más poder aún.
      ¿Cómo administras tus contactos? ¿te has preocupado alguna vez de mapear tu red? Ese es justamente el lucrativo negocio de Linkedin ¿sabes quiénes son los que te pueden aportar conocimiento y por qué razón lo iban a compartir contigo cuando lo necesites?,¿saben ellos quien eres tú y qué les puedes aportar? ¿tienes vínculos sólidos y los cultivas regularmente? Alimentar la red es un trabajo arduo que toma mucho tiempo y que no ocurre de forma automática: no basta solo con recibir conocimiento, tienes también que aportar el tuyo. Establecer y mantener tu red de relaciones profesionales te exige ser a la vez, generoso y confiable.
    3. Tecnología: Hace ya muchos años que nuestra vida laboral no se puede entender sin el uso permanente e intensivo de tecnología. Por tanto, podemos fácilmente predecir que, en el futuro, el rol de la tecnología solo adquirirá todavía mayor protagonismo. El ritmo esquizofrénico al que evoluciona la tecnología nos obliga a identificar nítidamente cuales son las herramientas que mejor nos ayudan a alcanzar los objetivos y aprender rápidamente a manejarlas. ¿Sabes cuáles son las herramientas más apropiadas para desempeñar tu trabajo, tanto a nivel de productividad personal como de comunicación y acceso al conocimiento de terceros? ¿sabes sacarles todo el partido posible? ¿tienes previsto cómo mantenerte actualizado e ir incorporando las nuevas aplicaciones que surgen cada día? Ante el peligro de ahogarse en el inmenso océano de la tecnología, lo razonable siempre es priorizar (menos es más), aprender a dominarlas (y no al revés) lo que implica saber apagarlas porque hay vida fuera del trabajo. El reciente ciberataque nos recuerda además que tenemos que prestar especial atención al tema de la seguridad.
    4. Información: La información es uno de los principales insumos del conocimiento. Si quiero cocinar un nuevo plato, lo primero que haré es buscar la receta y un video que me explique cómo prepararlo. Las personas dedicamos (y malgastamos) una enorme cantidad de tiempo diariamente en buscar, procesar, analizar y generar información a través de múltiples dispositivos. He hecho el ejercicio de observar a las personas en la calle, y si están solas, un porcentaje gigantesco están mirando la pantalla de su teléfono. Sin embargo, acceder de forma rápida a la información clave y que permita tomar la mejor decisión posible, no es trivial. De hecho, no conozco ninguna organización que tenga resuelto este problema para sus colaboradores. Todos ellos se quejan amargamente de lo tortuoso que resulta encontrar la información que necesitan y confiesan que terminan acudiendo a Google. Si queremos ser eficientes, necesitamos generar un modelo de gestión de la información que considere tanto la información que necesito, cómo la que voy generando, dónde y cómo las guardaré para asegurarme que las encontraré, etc.  ¿Sabes qué información es la que mayor valor te ofrece para el trabajo que realizas? ¿tienes claro cuáles son las fuentes que te proveen esa información y cómo asegurarte de disponer de ella cuando te haga falta? Nuevamente, no es posible ni sensato consumir toda la información interesante que se produce. Sin embargo, jamás el colegio o la universidad se preocuparon de enseñarte un método para priorizar la información que necesitas, ordenarla y mantenerla actualizada. Se trata de una habilidad clave cuyas consecuencias las sufren los individuos y sobre todo, las empresas que los emplean. Basta asomarse al computador de cualquier persona para comprobar que cada cual organiza su información con criterios incomprensibles para otro que no sea su propio dueño y muchas veces, poco efectivos.
    5. Conocimiento futuro: ¿Tienes claro dónde quieres estar dentro de 5 años? ¿has planeado lo que debes hacer para llegar allá? ¿sabes qué conocimiento vas a necesitar para lograrlo? ¿has decidido ya cómo lo vas a adquirir? ¿cuáles serán los valores básicos que guiarán tu vida (coherencia, respeto, honestidad, rentabilidad, éxito, ambición…)? Hablar de futuro implica hablar de los objetivos que te has fijado y de lo que necesitarás aprender para alcanzarlos. Pero también de desaprender y dejar atrás todo aquello que ya no sirve y va quedando obsoleto, empezando por el ego. Aprender no puede ser visto como una interrupción sino como parte indivisible del flujo de trabajo. Aprender y trabajar son la misma cosa, no se puede trabajar sin aprender. De cara al futuro, no importa tanto lo que sabes hoy porque tu conocimiento tiene fecha de caducidad. Lo relevante es tu habilidad para aprender, cuan capaz eres de generar nuevo conocimiento que ni siquiera imaginas que te harán falta (innovar). Evaluar el conocimiento que tiene una persona no resulta difícil, basta con que lo demuestre. Pero evaluar su capacidad de aprender no es tan sencillo porque depende de factores intangibles: su actitud, curiosidad, inconformismo, tolerancia al error y a la frustración, orgullo para no rendirse, capacidad de reconocer su ignorancia y recibir feedback, etc. Aprender es buscar las respuestas a las preguntas que te inquietan porque desconoces algo que te interesa. ¿Qué preguntas son las que no te dejan dormir?
    Conclusiones: Resulta increíble lo descuidados que somos con el manejo de nuestro conocimiento cuando es el principal activo de nuestra vida profesional y casi personal. Solo podemos mejorar lo que hacemos si sacamos partido de lo que sabemos. Sin embargo, tratamos el conocimiento como si apareciese de forma espontánea, mágica, sin necesidad de esfuerzo. ¿Qué conocimiento tengo, cómo tengo previsto reforzarlo, qué conocimiento no tengo y necesito y como lo aprenderé, cómo voy a descubrir el conocimiento que necesitaré, pero todavía no sé? son preguntas cuya respuesta debiese ser obvia. Tu vida depende muy poco de tu genética, depende un poco del contexto que te rodea (no es lo mismo nacer en Silicon Valley que en Burundi) pero sobre todo depende de tu capacidad de aprender, del conocimiento que vas generando. Por eso resulta imperdonable la catástrofe que provoca el sistema educativo. ¿Qué sabe hacer un joven al terminar el colegio o la universidad? Muy poco, apenas tiene conocimiento útil para salir adelante. Pero peor aún, ¿y cuan consciente es de lo decisivo que resultará en su vida el hambre por aprender? Nada. Si seguimos sin asegurarnos de que nuestros jóvenes aprendan cosas importantes y asuman que su futuro depende de no dejar nunca de aprender, entonces los seguimos estafando y conduciendo al despeñadero.
    No puedes continuar administrando tu conocimiento personal de forma tan amateur. Necesitas que sea un proceso ordenado y metódico. No es difícil, se trata de ir incorporando hábitos sencillos (reflexionar, sistematizar y compartir) que tienen una cualidad fundamental: te obligan a ser consciente de que estás gestionando tu principal y único recurso.
     
    Catenaria - Gestión del Conocimiento
    La Concepción, 141 of. 505 / Teléfono 56 - 2 - 22905577 / Mail: jmartinez@catenaria.cl /
    Santiago, Chile

    ¿Cómo se enciende la chispa del aprendizaje?



    E D I C I Ó N - N ° 1 3 3 - A B R I L - 2 0 1 7
     
    ¿Cómo se enciende la chispa del aprendizaje?
    Javier Martínez Aldanondo
    Gerente de Gestión del Conocimiento de Catenaria
    jmartinez@catenaria.cl y javier.martinez@knoco.com Twitter: @javitomar
    "Dad al alumno algo que hacer y no algo que aprender, ya que el hacer tiene tal fuerza que exige pensar y reflexionar" (John Dewey)
    Imagina que un buen amigo, que vive desde hace años aislado de la civilización con una tribu amazónica, te avisa que viene a visitarte. El día de su llegada, tu agenda está repleta de actividades que no puedes cancelar y tan solo dispones de media hora para comer con él. Así que no te queda más remedio que invitarlo al Mc Donalds que está debajo de tu oficina. Tu amigo sabe lo que es un restaurant, pero se fue a la selva hace ya tanto tiempo que jamás ha pisado un local de comida rápida. Cuando entráis al Mc Donalds, tu amigo queda descolocado al comprobar que nadie le recibe en la puerta, ni le lleva a una mesa, ni le trae la carta con el menú, ni le recomienda un vino… Todo lo contrario, hay que hacer la cola de pie, descifrar el menú en un confuso letrero, pagar antes de comer, llevarse la comida en una bandeja y recogerla al finalizar, comer sin cubiertos… Se vuelve hacia ti y te mira con gesto estupefacto.
    Este artículo Messi inteligencia en movimiento, demuestra estadísticamente que el argentino fue el jugador más decisivo del ultimo clásico a pesar de ser el que corrió más lento y menos distancia de todos los que estuvieron sobre el césped. Los humanos no somos la especie más fuerte, rápida o resistente de la tierra, no gozamos de los dientes y garras más afilados, la vista más aguda o del olfato u oído más desarrollados ¿cómo se explica que seamos la "casta" dominante? La respuesta obvia es gracias a nuestro cerebro. Pero los demás animales también tienen cerebro. El secreto que marca la diferencia es la inteligencia. Pero nuevamente, tu perro o tu gato también tienen inteligencia. Sin embargo, el principal rasgo de un ser inteligente es su capacidad de aprender y por muchas horas que dediques a tratar de que tu perro aprenda a leer, no vas a tener éxito. El diccionario define aprender como adquirir conocimiento. El resultado de todo proceso de aprendizaje es siempre el conocimiento. Nuestra capacidad de producir conocimiento es inalcanzable para el resto de criaturas del planeta y por eso hemos prevalecido. Es imposible separar la gestión del conocimiento (o la innovación) del aprendizaje. El acto de aprender ocurre en el único órgano sin el que no podemos vivir: el cerebro. Por tanto, el concepto de conocimiento no existe fuera del cerebro. Por ejemplo, una moto es conocimiento plasmado en un vehículo que existe gracias al cerebro inteligente de personas que inventaron los componentes, la diseñaron y la fabricaron (junto al conocimiento de los que aprendimos a conducirla). Pero si le regalo mi moto a un indígena de la selva, no le será de más utilidad que un tronco o una roca.
    Todo lo que pasa en tu vida es gracias a tu cerebro. Si me estás leyendo y entendiendo (no son lo mismo), no es gracias a tus ojos sino a tu cerebro. El combustible que usa tu cerebro para todo lo que hace que es el conocimiento, en este caso sabes leer y además entiendes bien el castellano. Si la inteligencia que nos hace "superiores" al resto de seres vivos existe gracias a nuestro cerebro y se hace tangible en el conocimiento, la pregunta más importante de la historia de la humanidad es ¿cómo funciona nuestro cerebro para aprender y producir conocimiento? Aunque parezca mentira, sabemos muy poco sobre el mecanismo cerebral del aprendizaje. Más de 50.000 neurocientíficos trabajan en numerosos laboratorios realizando millones de experimentos y recopilando enormes cantidades de datos que les muestran lo que pasa en el cerebro, pero sin que todavía se pongan de acuerdo respecto de cómo ocurre. A pesar de ello, hay una conclusión irrefutable: para diseñar procesos de aprendizaje es imprescindible conocer cómo aprende nuestro cerebro. Por eso, resulta increíble que después de siglos sufriendo la dictadura de un sistema educativo que carece de toda base científica sobre cómo aprenden realmente las personas (y que da muestras inequívocas de fracaso), existan todavía tantos partidarios de mantenerlo. La mayoría de la comunidad educativa se resiste a introducir cambios y en el ámbito del aprendizaje, rechaza todas las propuestas (aprender por proyectos, por problemas, jugando, simulaciones, casos, etc.) tildándolas despectivamente como "modas" aunque sean metodologías coherentes con la manera natural en que aprendemos.
    ¿Cómo aprende nuestro cerebro? El neocortex es la parte del cerebro que solo poseemos los mamíferos, compuesta por unos 30 billones de neuronas y donde reside tu inteligencia, tus recuerdos y aprendizajes. Básicamente, ejecuta 2 operaciones primordiales:
    1. Recibir información: Tu cerebro está siempre en alerta, captando un torrente permanente y gigantesco de señales del mundo exterior mediante tus sentidos (vista, oído, olfato…) o tus órganos motores (movimientos de tu cuerpo, manos, pies). Todo ese flujo continuo de información que ingresa, se transmite mediante conexiones neuronales y va escalando por diferentes niveles de la estructura cerebral.
    2. Predecir: Si el neocortex tuviese que considerar todo lo que le llega como algo nuevo, el gasto de energía que le supondría procesarlo sería gigantesco. Para generar la respuesta más eficiente, el neocortex intenta anticipar que es lo que va a ocurrir a continuación. Para ello, analiza ese flujo de información que recibe tratando de detectar patrones y los compara con los que ya tiene almacenados de experiencias anteriores. A partir de aquí, pueden pasar 2 cosas:
    a. Que compruebe que se trata de patrones ya existentes y conocidos. En ese caso, dispara la respuesta que utilizó en ocasiones previas. Para que esto ocurra, tiene que hacer el ejercicio de "recordar" lo que previamente "memorizó". ¿Qué ocurre si no recuerdas, como pasa con la mayoría de lo que estudiaste en el colegio y la universidad? Que todo te resulta novedoso, lo que te obliga a volver a aprenderlo como si fuese la primera vez. Cuando debe realizar una predicción, tu cerebro razona de la siguiente forma: "como ya se lo que ocurrió las otras veces que recibí este patrón, sé cómo debo actuar y me puedo anticipar". Y cada vez que dispara la misma respuesta, las conexiones neuronales involucradas se van haciendo más sólidas, igual que pasa a medida que usas cualquier músculo de tu cuerpo. Cuanto más firmes son esas conexiones, más difícil resulta romperlas (como vimos en la columna sobre desaprender) y empiezas a actuar de forma automática.
    b. Que se trate de patrones nuevos que llegan por primera vez. En este caso, al comprobar que no dispone de antecedentes, lo que hace es guardarlos para cuando los necesite en el futuro, es decir, los memoriza. Es importante aclarar que, por mucho que insista el sistema educativo, nuestro cerebro no almacena conceptos, formulas, teorías o definiciones sino secuencias de patrones que provienen de nuestras experiencias. Decimos que "el saber no ocupa lugar" porque al aprender no almacenamos datos, sino que creamos conexiones neuronales que no ocupan espacio. No podemos seguir evaluando la inteligencia de un niño por su capacidad de recordar información en un examen. Cualquier computador, que carece de inteligencia, es más eficiente que nosotros en esa absurda tarea.
    Según algunos neurocientíficos (recomiendo revisar el trabajo de Jeff Hawkins en Numenta y en su libro sobre la inteligencia), todas las áreas del neocortex funcionan igual con independencia de que se ocupen de la vista, el oído o el lenguaje. Usan este mismo algoritmo de aprendizaje y resuelven el problema de la misma forma.
    ¿Cómo se enciende la chispa del aprendizaje? Retomemos la historia de tu amigo y la hamburguesería. Es imprescindible destacar que tanto tu amigo como tú tenéis objetivos (la mayoría de veces inconscientes): saciar el hambre, disfrutar de una conversación agradable y poneros al día de vuestras respectivas vidas. Para alcanzar esos objetivos, trazáis un plan (inconsciente de nuevo): que tu amigo venga a tu oficina, bajar al Mc Donalds antes de que llegue mucha gente, sentaros a comer y charlar, etc. Siempre que tienes un plan, generas expectativas (inconscientes por supuesto) acerca de cómo van a suceder las cosas: que tu amigo sabrá llegar a tu oficina y lo hará puntualmente, que el Mc Donalds estará abierto, habrá mesas libres, etc. Y por tanto, tu cerebro tiene preparadas sus predicciones respecto de lo que hará cuando estés en el restaurant. Sin embargo, una vez comienza la ejecución del plan, las predicciones que se había hecho tu amigo, basadas en el conocimiento que tiene sobre restaurantes en los que comió en el pasado, empiezan a fallar estrepitosamente. Ninguna de las predicciones que su cerebro le provee le sirven: Tiene que hacer cola de pie y pagar por adelantado, comer sin cubiertos, llevar los envoltorios a la basura… Tu amigo no entiende nada, sus expectativas han sido bruscamente destruidas por una realidad que no tenía en la memoria. Y es justo en ese instante cuando se desata un proceso imparable para tratar de entender qué está pasando. Ese proceso se llama APRENDER y se dispara una vez que te equivocas (tus predicciones fallaron) y tratas de explicarte por qué (reflexión). No aprendemos de la experiencia, aprendemos de reflexionar sobre la experiencia. Obviamente, tu amigo pronto llega a la conclusión de que existe un tipo nuevo de restaurantes, lo que le obliga a actualizar y corregir las predicciones que tenía e incluir una nueva "categoría" (los de comida rápida) y almacenar esta nueva experiencia en su memoria. Sin embargo, el proceso de aprendizaje no está concluido y no lo estará hasta la siguiente ocasión en que tu amigo pise, por ejemplo, un Burger King. Si olvida lo que ocurrió y le vuelve a suceder lo mismo, tu amigo simplemente no aprendió. Pero si recuerda cómo ocurren las cosas en ese tipo de locales (su cerebro rescata de la memoria su experiencia previa en Mc Donalds) es capaz de predecir y actuar acorde a ello y sus expectativas se cumplen, significa que aprendió. Aprender consiste en acumular experiencias y reutilizarlas en el futuro. Cuando memorizas sin entender, no aprendes porque no se crea ninguna conexión neuronal.
    ¿Qué debemos tener en cuenta a la hora de diseñar experiencias de aprendizaje? Son 2 los elementos fundamentales: objetivos y expectativas.
    Objetivos: "Si no sabes hacia dónde vas, cualquier camino te sirve (Alicia en el país de las maravillas)". Un ser humano sin objetivos es como un barco a la deriva, algo que sucede a la inmensa mayoría de los niños en el colegio y a no pocos adultos en la vida. El aprendizaje siempre empieza con un objetivo que te importa mucho alcanzar. Lo crucial es que el objetivo debe ser tuyo, no sirve que sea de otros (de tus padres, de tu profesor, de tu jefe o de tu empresa). A esto se le llama también motivación y es la energía que mueve el aprendizaje. Aprender trigonometría o biología e incluso sacar buenas notas no son ejemplos de objetivos que te apasionen cuando estás en el colegio. Saciar el hambre o pasar un rato con tu mejor amigo si lo son. Aprender es un medio para alcanzar un fin, la clave es tener claro desde el principio cuál es ese fin que le interesa al alumno al que quiero enseñar. Para desencadenar el proceso de aprender, el cerebro necesita estar interesado en lo que recibe porque de otra manera, no le presta atención. Se ha medido la actividad cerebral de los niños mientras están en un aula y apenas se registran señales. No aprenden porque no les interesa lo que les enseñamos, no le encuentran sentido. Por eso, cuando no entendemos, recurrimos a la memorización. Obviamente, es posible inducir objetivos, se puede seducir a los alumnos a que quieran saber, pero para eso hay que hacerse algunas preguntas: ¿Por qué está aquí el alumno? ¿por qué le importa lo que va a aprender? ¿cómo podemos hacerle vibrar y que le importe? El cine o las series lo logran magistralmente. Capturan tu interés, te presentan conflictos que consiguen involucrarte y una vez te han conquistado, te "manipulan" a lo largo de la historia. A diario, veo como mis hijos son capaces de dedicar horas a un juego de alto nivel de complejidad como Clash Royale porque les plantea desafíos y tienen objetivos claros que quieren alcanzar. Y ojo, aprender exige esfuerzo intenso. No puedes aprender solo lo que te gusta, pero si se trata de algo que te emociona, estás dispuesto a cualquier sacrificio, al revés que cuando estás sentado en un aula escuchando lo que no te importa.
    Expectativas: Para alcanzar tus objetivos, tu cerebro tiene expectativas de lo que puede ocurrir, basadas en lo que ha vivido en el pasado. Por tanto, continuamente hace predicciones para poder actuar de manera eficiente. Y cada vez que esas expectativas no se cumplen, se abre la ventana para aprender porque, instintivamente, el cerebro busca una explicación para recobrar el equilibrio. La mejor estrategia para provocar el aprendizaje consiste en provocar el error, la confusión, las contradicciones y las sorpresas. El aprendizaje empieza cuando fallan tus expectativas (te equivocas) y reflexionas para corregirlas. El fracaso de tu predicción provoca una situación inédita que lo cambia todo: eres tú quien se hace la pregunta de ¿por qué fallé? e inmediatamente buscas respuestas. Sin embargo, el sistema educativo te trae miles respuestas a preguntas que tú no te has hecho, como quien te trae comida que ni te gusta ni has pedido. Eso significa que, a la hora de diseñar, necesitamos tener en cuenta los errores que las personas cometen cuando llevan a cabo una actividad, la situación en la que esas personas cometen ese error, las consecuencias del error y cómo les ayudamos a recuperarse.
    Para aprender no hace falta seguir el ritual artificial de sentarse en un aula, hacer cursos, asistir a clases, estudiar asignaturas, hacer exámenes y sacar buenas notas. Para aprender necesitas objetivos cautivantes y tener dificultades para lograrlos. Mientras todo funciona normalmente, sin alteraciones, tu cerebro entiende que no hay nada que aprender.
    Moraleja: Hemos pasado siglos educando sin tener idea de cómo ocurre realmente el aprendizaje. ¿A nadie le llama la atención por qué olvidamos casi todo lo que aprendimos en el colegio y la universidad? Porque cuando nuestro cerebro comparó lo que escuchaba en el aula con lo que ya tenía, no pudo establecer ninguna conexión y rápidamente lo borró. El sistema educativo ha hecho un daño irreparable, premiando como inteligentes a aquellos que eran buenos para memorizar mientras etiquetaba como tontos, lentos y dispersos al resto. Ahora que la neurociencia nos ofrece respuestas contundentes, no hay razón alguna para que no las apliquemos y cambiemos la manera en que enseñamos. Ya surgen voces que sostienen que enseñamos mal las matemáticas. Si el cerebro usa la memoria (todo lo que has aprendido) para hacer predicciones de lo que ocurrirá, entonces la clave consiste en reconocer que esos aprendizajes se producen fruto de la experiencia. Escuchar hablar a un profesor sobre cosas que no me interesan no produce sinapsis neuronales, equivocarme en algo que me importa y que mis expectativas no se cumplan, si las crea. Nuestra memoria se crea a través de años de práctica repetida. Woody Allen insiste en que "sólo me ha llevado cuarenta años tener éxito de la noche a la mañana". Tenemos que enseñar menos para que sea posible aprender más.

    PD: Hasta el 7 de mayo, estará abierta la segunda encuesta mundial de Gestión del Conocimiento que estamos realizando. Si participas en esta iniciativa, tendrás acceso al estudio con los resultados de 2014 y, una vez estén disponibles, te entregaremos una copia de los resultados de esta edición de 2017. De esta forma, te será posible comparar vuestro proyecto de Gestión del Conocimiento con otras empresas y organizaciones de todo el mundo, así como conocer las tendencias en Gestión del Conocimiento en los últimos 3 años.
    La encuesta está en inglés y puede requerir cierto tiempo para ser respondida, pero te aseguro que la riqueza y profundidad de los resultados hacen que merezca la pena el esfuerzo.
    Aquí tienes el link https://www.surveymonkey.co.uk/r/Knoco2017KMsurvey

     
    Catenaria - Gestión del Conocimiento
    La Concepción, 141 of. 505 / Teléfono 56 - 2 - 22905577 / Mail: jmartinez@catenaria.cl /
    Santiago, Chile

    Si no desea continuar recibiendo nuestro Newsletter,
    envíe un correo a la siguiente dirección: javier.martinez@catenaria.cl