LIDERAZGO Y SOCIEDAD


 Alberto Mendoza Morales*
 
Reflexión, diálogo, participación, apuntan hacia la claridad del ser. Claridad en el individuo, claridad en el gru­po. Mientras más oscura la situación que nos circunda, mayor será nuestro empeño por encontrar la luz que nos oriente. La claridad, como la virtud, se transmite. El inverso es igualmente válido. La confusión, como el error, tam­bién se transmite. En la actualidad, por falta de reflexión, estamos transmitiendo más confusión que claridad.

Nuestro propósito debe ser aclaramos y, desde nuestra claridad, iluminar el ámbito. Hay que reflexionar sobre el potencial de liderazgo en función del hombre, la sociedad y el Estado. Ahí  sentimos la fuerza y el poder  del  estudioso disciplinado, de la persona de bien, ponderada y considerada. En este ámbito entran, el destino del hombre, la  función de la sociedad, el papel de académicos y uni­versitarios. En las agrupaciones humanas surgen personas notables, sobresalen, se elevan entre sus contemporáneos, adquieren calidad de arquetipos, sus singulares cualidades las distinguen de los demás. Su presencia  tiende a convertirse en paradigma.

El líder insurge. Lo mueve fuerza propia. Su generosidad, sus actividades constructivas, son condiciones que lo definen como persona  positiva e influyente. Orienta, crea confianza, entusiasma, motiva y anima a la acción en torno al logro de unos fines. Se hace sentir entre sus conciudadanos.  Muestra carisma, la gracia de los señalados. Tiene  empatía, la capacidad de ponerse en el lugar del otro. Donde unos ven oscuridad, él  percibe luz, donde otros ven caos, él  advierte orden. Su claridad en los fines y su calidad humana,  atrae igual que la vela encendida atrae en las noches a las mariposas. El líder actúa sobre dos avenidas: la del edu­cador, modela generaciones, la del político,  conduce pueblos. Unas sociedades requieren estabilidad para consolidarse; otras, reclaman cambios para su­perar  conmociones internas. El líder es factor de estabilidad cuando la sociedad se agita en crisis y agente de cambio cuando discurre en campos de progreso.

La acción del líder en épocas de cri­sis es vital. En casos de cambio, el líder está por encima de las circunstancias que le rodean, señala nuevos derroteros, anuncia nuevas realidades, se ocupa en concretarlas. Aparece entonces con toda su fuerza su calidad de creador comprometido en el pro­ceso evolutivo de la humanidad. Ahí fructifica su capacidad de resolver problemas,  resplandece su capacidad de actuar y de guiar. El líder se legítima cuando rebasa las normas esta­blecidas y plantea en su sociedad una normatividad superior orientada a lograr una mejor calidad de vida. Las condiciones objetivas de la sociedad colombia­na señalan que la situación no está para mantenerla en los términos de violencia e irracionalidad  en que se encuentra pues se advierten en ella conductas ciertamente corruptas. La situación actual exige modificación, es mandato de la justicia, la decencia y la necesidad histórica.
*Nota de CGB - GRAN BOYACAEl autor de este artículo es Arquitecto Urbanista, Planificador, Investigador científico, Presidente de la Sociedad Geográfica de Colombia y excandidato a la Presidencia de la República de Colombia.

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