LA ETICA EN LAS VIAS DE BOYACA

Fotografía tomada de Internet
 Los planteamientos de este escrito se basan , intencionalmente, en algunos aspectos vigentes y expectativas, relacionados con características de seguridad en la movilización de personas y bienes en Boyacá; lo cual no excluye su inferencia en otros espacios.

Entre los años 2005 y 2008 ocurrieron en Boyacá 5917 accidentes de tránsito (regitrados), con 3438 muertos y 1762 heridos. (Cifras del Fondo Prevención Vial , Medicina Legal y Plan de Departamental de Seguridad Vial -  ITBOY).
    
Prevenir la ocurrencia de accidentes en las vías tiene que ser tarea diaria de todos. Disminuir la frecuencia y gravedad de los accidentes  ha de ser propósito común, muy serio y sostenido, de las comunidades boyacenses, gobernantes y dirigentes. 

De las acciones u omisiones de los actores de la Movilidad en las vías depende la calidad de la prevención de los accidentes de tránsito. La movilidad vial es indispensable para la vida de la sociedad. Esta actividad social es de alta complejidad y muy riesgosa; lo cual, también significa que existe siempre en su ámbito una tormetosa lluvia de problemas cuya solución, disminución o erradicación son viables (según su naturaleza y dimensión) únicamente si hay conciencia individual y colectiva sobre ellos , autoregulación  racional y un compromiso que incluya de manera permanente a todos los actores de la movilidad y a toda la comunidad, ojalá organizada para esa trascendental finalidad .  

Pueden considerarse actores de la movilidad : peatones, pasajeros, empresarios del sector, conductores de vehículos, autoridades en general, escuelas, colegios, universidades, organismos de control del tránsito, ensambladoras de vehículos, centros de diagnóstico y de revisión mecánica, talleres de reparaciones, estaciones de servicio, escuelas de conducción, proveedores de insumos y repuestos,  y quizás otros, todos responsables  directa o indirectamente de los efectos e impactos de la movilidad de personas y bienes en las vías.

Desde luego que debe reconocerse y aplaudirse el esfuerzo inversionista en la actividad del transporte, la generación y sostenibilidad del empleo en el sector, la regularidad en la prestación del servicio público del transporte, la satisfacción de la demanda creciente por equipos particulares y de servicio público así como la disponibilidad de condiciones y soportes técnicos para el funcionamiento seguro del parque automotor. debe, desde luego, reconocerse los esfuerzos que puedan hacerse para privilegiar en las decisones y acciones  los intereses públicos sobre los privados en materia de movilidad, modernizar la gestión de la actividad, cualificar al conductor, educarnos a todos en aspectos generales y viales, autoeducarnos, actualizar la normatividad, perfeccionar los controles del tránsito y modernizar la infraestructura vial. También han de reconocerse los esfuerzo para mejorar muchos otros aspectos relacionados con la calidad de la movilidad. Sin embargo, cuanto debe hacerse para prevenir la ocurrencia de accidentes de tránsito es socialmente trascendental; será poco lo que se haga, dados la frecuencia de la siniestralidad y los innumerables impactos y efectos negativos que las fallas en la actuaciones , de algunos o de varios, de los actores provocan en la realidad diaria.

Exaltar los aspectos positivos es siempre importante en cualquier actividad y organización. Sin embargo, en el caso de la movilidad peatonal y vehicular la atención mayor y permanente ha de orientarse, con todo el énfasis, dedicación y calidad posibles, a la prevención para garantizar la seguridad en la movilización de personas y bienes en las vías; a sabiendas de que han de ser los comportamientos humanos concientes, positivos y autorregulados (mucho más y mejor que las normas escritas, los controles y las potenciales sanciones)  las claves determinantes para avanzar seriamente en todos los aspectos de la seguridad vial como factor de salud pública, economía familiar y general, y bienestar social.  Estas son las razones  fundamentales que impulsan  la exploración  propositiva del tema de la ética en la vías.

Todo lo que aquí aparece, se fundamenta básicamente en que la actividad de movilizar personas y bienes implica necesariamente la ocurrencia de varios problemas y la generación casi continua de otros.  
               
Percepción de algunas situaciones -  problema

¿Cómo interpretar o si se quisiera  atreverse a “justificar“, por ejemplo, las decisiones siguientes?:

Del algún Peatón: atravesar una vía por lugares o en momentos prohibidos o de alto riesgo, ignorar las normas y las señales de tránsito, limitar su capacidad sensorial por el uso de equipos electrónicos que le afectan la audición, la visibilidad, la atención adecuada y las reacciones positivas en su interrelación forzosa con el tránsito vehicular, especialmente; no interesarse por mejorar sus niveles de información, educación vial y comportamiento ciudadano.   (El peatón puede tener  el mayor domino espacial comparativo sobre las condiciones reales del tránsito en la vía, y debe hacer uso conciente de ese dominio ).

De algún conductor: consumir bebidas alcohólicas y luego conducir un vehículo (1), adelantar en sitio prohibido, transitar sin guardar la distancia mínima de seguridad entre vehículos, exceder la velocidad permitida, operar voluntariosamente el vehículo en condiciones de conocida ( o conciente) inseguridad mecánica, sin mantenimiento previo o sin el equipo completo de carretera, desacatar las señales y marcas de tránsito, conducir con agresividad y cólera, agravar las congestiones en vez de ayudar a prevenirlas o a disminuirlas.
De algunos pasajeros: la exigencia  al conductor para que suba la velocidad de marcha, la aceptación de desacato visible a las normas de tránsito por parte del conductor, silencio ante las imprudencias que comete el conductor. 
De algún gerente o empresario: exigir, prioritariamente, mayores ingresos financieros a cualquier riesgo; desestimar la programción de mantenimento preventivo, ignorar la vida útil de los equipos  y de las  partes de éstos; entregar equipos de transporte a personas con deficiencias en capacitación, psicológicas o físicas limitantes de la movilidad que es función social de muy alta responsabilidad, ordenar la operación de los vehículos  en deficientes condiciones mecánicas o de mantenimiento. Ignorar u obstaculizar la necesidad de constatar las condiciones de operación tanto de personal humano como del parque automotor.   
 De alguna estación de servicio: el uso de insumos inadecuados, alterados o insuficientes. El uso de herramientas insuficientes; el concepto deficiente sobre insumos y estado general del vehículo.
De alguna escuela de conducción: certificar suficiencia integral de conducción a personas que no la tienen o la tienen de manera limitada.

De alguna ensambladora: la producción y venta de vehículos con deficiencias de diseño  o de armado, o con baja calidad de materiales y con limitadas o inexistentes soportes técnicos para mantenimiento y reparación.  

De algún proveedor de insumos o repuestos: persuadir a los consumidores para la compra de insumos o repuestos no genuinos, de calidad no comprobada o de mala calidad que producirán, más tarde, fallas mecánicas con siniestralidad casi siempre. 

De algún talleres de mecánica: no detectar adecuadamente las fallas mecánicas completas y no advertir de los riesgos de movilización de los vehículos en estado riesgoso; efectuar reparaciones defectuosas, incumplir con los términos de entrega de equipos revisados y bien reparados  a causa de desordenes en la programación de su trabajo. 
De algunas autoridades de tránsito:  Actuar, en general, como si la existencia de las normas que regulan el tránsito garantizara, por sí sola, su cumplimento; limitarse a exigir el cumplimento de las normas mediante acciones coercitivas y desestimando acciones que deben emprenderse, de manera sistemática, para lograr la cultura ciudadana mediante la educación vial sostenida y la práctica permanente de los principios éticos básicos. Acomodamiento y flexibilización de las normas en casos personales y subjetivos.
Del gobierno:  desconcer que la siniestralidad vial es un  problema fundamental de salud pùblica, economía y bienestar social;  sostener una malla vial con especificaciones inseguras, obsoletas, antitécnicas y antieconómicas, y omitir las conservación rutinaria de las vías. No incentivar las actividades de fomento de la cultura y educación vial.
De algunos sectores de las comunidades: desatender las recomendaciones de prevención de accidentes de tránsito; considerar que los problemas del tránsito y sus efectos afectan sólo a los demás; ser indolentes ante la ocurrencia de accidentes de tránsito a personas desconocidas; ignorar por negligencia las normas reguladoras del tránsito peatonal y vehicular, desestimar la necesidad de informarse y educarse continuamente en materia de comportamiento en la vía y de ayudar a la educación vial de hijos, familiares y demás ciudadanos.

Algunos conceptos sobre ética y su relación con la movilidad en las vías
   

Se ha planteado como ética cuanto corresponde al comportamiento, conducta y actos del ser humano en cuanto humano; y, como moral el aspecto práctico y concreto, las normas establecidas o propuestas por los hombres, o por una sociedad . De conformidad con  esto, la ética es la instancia desde la cual se juzga y valora la forma, como de hecho, se comporta el ser humano, en cualquier momento ante sí o ante los demás; y al mismo tiempo, la instancia desde la cual se formulan principios y criterios acerca de cómo debemos comportarnos y cómo y hacia dónde debe dirigirse la acción.

La vida humana se aborda como un flujo ininterrumpido de conciencia, un constante darnos cuenta  del continuo interactuar con el mundo circundante dándole sentido. La conciencia se plasma como apertura, intención de plenitud, carencia, anticipación de sentido, de verdad y de valor“. La vida en comunidad exige de unas normas muy precisas y aceptadas socialmente, que garanticen el ambiente de paz general y el orden entre los individuos de forma que los intereses particulares no atenten contra los intereses comunes. Esta es la situación deseada que se distancia de la situación real generando innumerables problemas.

“El problema es que el individuo se siente limitado en sus intereses particulares por las normas morales. Entonces, o renuncia a sus intereses para observar una conducta recta, o adopta conductas condenadas por la moral , pero que a él satisfacen“. Es esta situación, el problema raíz en la movilidad de personas y vehículos en uso de las vías públicas. Contra este peligro, la sociedad se vale de coactores como la familia, el colegio, la sociedad, el gobierno, la religión, etc.(2). La acción concreta  de movilizar personas y bienes  puede considerarse como el producto final de un proceso productivo de un servicio que ha cumplido las diferentes etapas como todo proceso administrativo.
 
En principio la sociedad espera que los comportamientos sobre la vía pública se ciñan a la ética y a las normas que la garantizan. También, en principio,  la sociedad asume que los actores responsables de la movilización son personas suficientemente responsables, concientes, capacitadas integralmente  y con solvencia ética y moral comprobada y puesta al cuidado riguroso de las vidas y bienes que la sociedad les encomienda movilizar continuamente; esto no debiera ser de otra manera y ni siquiera debiera discutirse por lo obvio que es. Sin embargo, la situación deseada no coincide siempre con la situación real. A título de ejemplo simple tomemos el caso de los conductores de servicio público, en especial en nuestras ciudades de Boyacá, que son intermedias; ellos ciñen su comportamiento, conductas  y actos en su oficio,  a presiones  continuas e intensas de otros actores o de variables que les obligan, casi siempre, a tomar decisiones que desafían las  normas y el orden establecido en ellas, y que alteran, de gravedad, condiciones  fundamentales de convivencia y aún de supervivencia y de bienestar social; cumplen la función comunitaria indispensable de movilizar personas y bienes, presionados, principalmente, por la necesidad de lograr los mayores rendimientos posibles en la operación y explotación de los equipos propios y/o de los que les han entregado los empresarios, con fines, forzosa y explícitamente, rentables.  La circunstancia permanente que sufren los conductores de servicio público de rendir más y más en el aspecto financiero choca también, casi siempre y de manera brusca, con la expectativa que tiene la comunidad de ser movilizada con calidad, comodidad, oportunidad, seguridad y economía.

La ocurrencia muy frecuente de accidentes de tránsito en las vías públicas toca, en mucho, el comportamiento ético de todos los actores del tránsito.  En las causas de la siniestralidad en las vías públicas la conciencia de los actores no desaparece sino que es superada por factores, no siempre explícitos,  que inducen a ellas, casi sin opción, mucho más cuando, como en el caso de Boyacá que nos ocupa, la actividad del transporte público se caracteriza por su dispersión organizacional y gerencial con poco compromiso social y con signos de desorden y anarquía en el desempeño real del servicio sobre la vía. Son muy relativos los ahorros en costos y tiempo en mejoramiento y optimización de las condiciones físicas, psicológicas y de capacitación específica del factor humano así como los ahorros correspondientes a calidad y oportunidad de los programas y actividades de mantenimiento rutinario y preventivo de los equipos y de la infraestructura vial; por el contrario, en los plazos mediano y largo, las deficiencias sistemáticas, al respecto, se traducen en grandes deseconomías no sólo en aspectos fundamentales de la actividad específica de la movilidad sino en el sistema económico y social tanto regional como nacional.  

La existencia de normas y organismos de control, por sí solos, no han dado y no dan a la sociedad las condiciones de optimalidad deseada en la movilización. Por esto, se impone la necesidad de asumir la movilización  de personas y bienes como un sistema que tiene objetivos precisos y bien definidos, componentes dispuestos adecuadamente e interrelacionados funcionalmente; normas y condiciones de interés y conveniencia, estricta y prioritariamente, sociales; esto implica que todos los actores de la movilización sean seriamente concientes de su misión y compromisos sistemáticos, y se sientan y sean obligados, conciente y  autónomamente,  a coordinarse de manera funcional y permanente para que su interrelación provoque, sin equívocos ni ambigüedades, la correcta y segura prestación del servicio público de movilización. Otras formas de concebir tan importante servicio hacen que los intereses de la sociedad  deben privilegiarse,  ya que para eso es que ella paga impuestos y tarifas, dedica buena parte de su tiempo a trasladarse, acepta incomodidades y, con frecuencia, se le hace víctima de efectos e impactos muy gravosos, luctuosos, costosos e irreparables. Para que la comunidad pueda percibir bien el servicio público de su movilidad,  espera que la gestión y operación correspondientes se ciñan,  cada día más estrictamente, a los principios éticos básicos  como afirmación fundamental de la que se derivan  una serie de actuaciones con consecuencias y conclusiones. En la movilidad deben tener permanente vigencia, validez y cumplimento los principios éticos de : humanización (referente a la ley natural); autonomía (vida plena y autodeterminada);igualdad ( derechos y obligaciones; complejidad (realidad objetiva; totalidad ( unidad  y totalidad del ser humano); solidaridad (naturaleza social del hombre); y subsidiariedad ( democracia para atender al desarrollo de las personas) (2).

En buena hora el Observatorio Boyacense de Movilidad y Seguridad Vial - MSV, de reciente creación por iniciativa privada  y con algunas animaciones institucionales, ha iniciado, juiciosamente sus actividades misionales,  entre otros aspectos, en la elaboración de un documento sobre el tema “La Ética en la vía”. En la búsqueda de apoyos, para avanzar bien en esta insinuante tarea, han sido avisados y convocados los Organismos de Control del Tránsito de Boyacá, autoridades, entidades, instituciones , organizaciones, profesionales de varias disciplinas, estudiosos  y todos quienes puedan aportar tanto en la formación del Marco de referencia correspondiente como en los análisis, conclusiones y recomendaciones que se implican en el trabajo multidisciplinar y riguroso sobre este tema que, al parecer, encierra tanta importancia, interés y trascendencia. De hecho varios profesionales han manifestado ya su voluntad de colaboración, y algunos han hecho ya aportes preliminares muy útiles y pertinentes.

¡ En la vía, PRIMERO LA VIDA DE TODOS !


Observatorio Boyacense de Movilidad y Seguridad Vial – MSV

CITAS
(1) En general, las tasas aceptadas  de alcohol en la sangre de un conductor son: para conductores en general, 0,5 gramos/litro de sangre, este valor se alcanzan ingiriendo dos latas de cerveza, dos copas de vino, o un whsiky o bebida equivalente; y O,3 gramos/litro de sangre para conductores de oficio y conductores principiantes, esta medida se alcanzan ingiriendo una lata de cerveza, una copa de vino, un whisky o una copa de licor. Ver www.jccc.es.
(2) Ver concepto filosófico de ética, en www.memo.com.co
(3) Ver GARCÍA DE ALBA, Juan Manuel: Ética profesional Fundamental, Ed. AMIESIC, Morelia, Mich. 

Observatorio SEGVIAL BOYACÁ
Hugo Arias Castellanos
Ingeniero en Transportes y Vías
Director

  
        


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