SELVA AMAZÓNICA

 

SELVA AMAZÓNICA

 

Alberto Mendoza Morales*

 

Selva amazónica, corazón verde de Sudamérica, océano vegetal,  región del misterio, ignoto escenario equinoccial, diversidad botánica hecha  flora, mar de esmeralda "donde  el hombre es  aún un  intruso".  Vista desde el aire   simula motoso  tapete verde. Vista desde adentro, simula palio o dosel, inmenso, húmedo, vaporante. Selva, heterogénea masa de árboles, umbrosa  formación, intrincada, a  veces inexpugnable,  pulmón del mundo,  parque  del Universo  hendido por ríos  que la escasa pendiente hace lentos y sinuosos; jungla, habitáculo de vida, pródigo en plantas y animales. Selva, se adorna   con lagunas, ciénagas, espejos de agua, cochas sin número.

 

Tejen  la  selva dos formaciones  típicas  amazónicas,  bosque húmedo tropical y bosque muy húmedo tropical;  las componen árboles  gigantes, alcanzan 40  m de altura con troncos de tres a cuatro metros de  diámetro, organizados en estratos  de  gran  complejidad;   árboles amalgamados y ligados,  entre vahos y vapores,  por bejucos,  enredaderas,  parásitas, musgos. Las hojas caídas, forman en el suelo colchón parejo e impermeable. En ese medio,  la vegetación vive de intercambios con el aire y de la capa de hojas que caen y cierran el ciclo biogénico. 

 

Selva, biomecanismo comunitario especializado en atraer, almacenar y consumir nutrientes. La unidad de aire, árbol, suelo y microorganismos conforma un mundo dedicado, desde adentro, a producir  alimentos captar CO2 y oxígeno. Su vigor vital se concentra en cuatro acciones: 1. Proteger el ambiente con una cúpula vegetal densa y continua;  2.  Conservar los nutrientes de los que vive el conjunto; 3. Recircular  los nutrientes;  4. Mantener el equilibrio ecológico como productor de oxígeno y procesador de dióxido de carbono.

 

La cúpula  vegetal,  como  una sombrilla,  ampara  el  suelo de la erosión  y el ambiente de los efectos negativos de la lluvia, el sol y las temperaturas altas. La protección contra la  radiación solar fomenta la  acumulación de  humus en el suelo y evita que se evaporen los elementos nutrientes que quedan de  esa manera a  disposición de  la clientela zoológica y vegetal.  Los depósitos de hojas y  materia orgánica forman  un  colchón que protege el suelo y alimenta las plantas. La diversidad de  la  vegetación garantiza la  utilización máxima  de  los nutrientes disponibles.  La lluvia, retenida por las hojas de los árboles,     cae luego en forma de fino rocío que activa los procesos químicos y biológicos del sistema selvático. Selva, "catedral gótica de la naturaleza" (José Eustacio Rivera).
 
*Presidente de la Sociedad Geográfica de Colombia 
 
 

 

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